El cantar de los cantares

3.6 “Mi Zot 'Olá Min-Hamidbár Ketimerót 'Ashán; Mekutéret Mor Ulboná, Mikol Abkát Rojél”.

 

“¿Quién es ésta que viene subiendo del desierto, como columnas de humo; aromatizada [ella] con fragancias de mirra e incienso [y] de todos los polvos aromáticos del perfumista?”.

 

 

En Breve:

 

'Am Israel prosigue advirtiendo a las naciones paganas: “Él me ama y me protege. ¡Sí, yo soy ésa, a quien ustedes vieron llegar del desierto rodeada de grandeza y honor!”.[1]

 

 

Profundizando:

 

Israel continúa narrando con orgullo la grandeza obtenida. Y entonces así les dice a las otras doncellas: “¿Saben ustedes quién es la mujer que por su brillo es vista desde lejos como dos columnas de humo subiendo al Cielo, y su aroma agradable se esparce como si estuviese bañada en mirra e incienso y de todas las exquisitas especias fragantes que posee el perfumero?”. No está diciéndoles otra cosa sino: ¡Soy yo y no otra, aquella que subió del desierto!

 

La metáfora es que Keneset Israel subió del desierto acompaña de dos columnas; una de nube y la otra de fuego;[2] estas los guiaban y alisaban su camino, eliminando todo obstáculo que interfiriera el andar: Y la nube del Eterno estaba encima de ellos de día, cuando viajaban del campamento.[3]-[4] En el corazón del campamento viajaba el Tabernáculo y junto a él el Altar, del cual emanaba un delicioso aroma de mirra e incienso (Ketóret), que preparaban los Cohanim pulverizando varias especies aromáticas; la fragancia podía distinguirse a varios kilómetros de distancia.[5] De todos los polvos aromáticos, con una gran variedad de virtudes y logros. Tenían en su poder los polvos especiales que distribuye el Mercader, en referencia a que habían recibido del Creador la Torá escrita y la Torá oral, las cuales envuelven al pueblo judío por todas partes con un aroma exquisito.[6]

 

 

 

Enseñanza ética:

 

La congregación de Israel había llegado tan bajo, espiritual y emocionalmente en Egipto, que mucha gente no se sentía capaz de abandonar la esclavitud del Faraón para convertirse en Siervo del Creador. Después que fuimos redimidos del yugo egipcio salimos al desierto para descubrir allí quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos. Esta es una señal que tanto el éxodo por el desierto, y hoy el exilio, es un proceso vital para alcanzar la finalidad como Pueblo. Al entender esta idea nos queda claro que, la única forma de vivir una vida plena, feliz y sana tanto emocional como físicamente, es viviendo acorde a lo diseñado en la Torá.

 

Y ahora, si obedecen conforme a Mi Voz y observan Mi Pacto, serán para Mí el más preciado tesoro de todos los pueblos, pues Mía es la tierra entera. Y ustedes serán para Mí un reino de sacerdotes y una nación sagrada.[7] Mientras marchaban hacia el Monte Sinai para recibir la Torá, el Creador ofreció la Torá a las demás naciones, pero todas la rechazaron debido a que los preceptos que ella impartía chocaban con sus costumbres e intereses personales: los descendientes de 'Esav no estaban dispuestos a tolerar una ley que prohibiera el asesinato; los de Yishmael no podían vivir con restricciones que les prohibiera robar. Los hijos de Lot también la rechazaron debido a que el adulterio estaba prohibido, todos ellos fueron criados en la impureza y la maldad manifestadas en el carácter sanguinario, la deshonestidad y la inmoralidad de sus antecesores. La Torá solamente podía ser aceptada por la nación que fuera compatible con sus exigencias y la comunidad de Israel estaba dispuesta a aceptarla sin siquiera indagar sobre su contenido. Ello fue gracias a que había heredado el patrimonio espiritual de los Patriarcas, fundadores de la nación.[8]

 

La grandeza de los judíos no reside solamente en el hecho de que durante toda la historia entregaron su vida para morir como judíos fieles, sino que a pesar de todas las persecuciones lucharon por vivir cada instante según los preceptos de la Torá, a pesar de que el costo era, a veces, muy alto…

 

La Torá le asigna un gran valor a la vida. Exige que el hombre viva practicando las Mitzvot en cualquier circunstancia, aún en las más difíciles ¿Cuántas personas están dispuestas a llegar al límite de morir en una guerra defendiendo sus ideales, pero no son capaces de resistir el mínimo deseo que los invade? La verdadera libertad consiste en actuar de acuerdo a la verdadera naturaleza y objetivos de quien actúa de acuerdo a sus convicciones y principios y no de acuerdo al deseo momentáneo. La Torá exige que el hombre viva plenamente con devoción hacia las Mitzvot y los únicos que están dispuestos a cumplir con ello son los integrantes del 'Am Israel.

 

Rabbí Akivá fue martirizado rastrillando su piel con un peine de metal, en ese momento había llegado el momento de cumplir con la Mitzvá de recitar el Shemá' Israel y entregó su alma sometiéndose así al yugo del Reino de los Cielos, aun a pesar de que lo estaban ejecutando, no dejó pasar una Mitzvá, sin cumplirla. El deber de cada judío es el de observar la Torá durante toda su vida, aún en los momentos en que es sometido a muy difíciles pruebas, y más aún en sus últimos instantes, por tanto, mientras tenga un hálito de vida debe cumplir las Mitzvot; Por lo anteriormente expuesto, no podemos decir que Rabbí Akivá murió por devoción, sino que toda su vida la vivió en devoción, cumplió las Mitzvot con fervor y amor al Creador, tal como lo ordena la Torá.[9]

 

En el año 5608 una terrible epidemia de peste azotó Europa; la epidemia cobró millones de víctimas. La ciudad de Vilna no fue la excepción, y Rabí Israel Salanter alzó su voz exhortando a ayudar a los necesitados y a atender a los incontables enfermos. Él mismo corría de casa en casa para tratar de asistir a los que podía. El contagio llegó a su punto máximo al año siguiente, y unos días antes de Yom Kipur todos se preguntaban cómo iban a hacer frente a un ayuno, cuando lo principal era la salud y la integridad física.

 

  Llegó la noche de Yom Kipur. El público estaba reunido en pleno en el Bet Hakenéset, y si bien Yom Kipur siempre fue un día solemne, en esa ocasión no había quien no hubiera sufrido en carne propia el fallecimiento de un ser querido, por lo que nadie estaba ajeno a la emoción de las plegarias que se iban a desarrollar. Se paró Rabí Israel Salanter frente a toda la congregación, que estaba esperando sus proverbiales palabras, y comenzó diciendo: “¡Hermanos míos! Nuestros Jajamim dijeron que cuando una persona ve que los sufrimientos llegan, hay que hacer un examen de conciencia y revisar las acciones de cada uno. No sólo hay que investigar acerca de las acciones de la persona para con Su Creador y para con el prójimo, sino también para con uno mismo. El rostro del Rab palideció, e hizo palidecer a todos los que estaban presentes. Y continuó diciendo: “En nuestra Torá está escrito: Y cuidarán mucho vuestras vidas, precepto que tiene el mismo valor que todos los demás de los seiscientos trece que el Todopoderoso nos encomendó, entre los que figura el de ayunar el día de Yom Kipur. En el día de hoy leeremos en el Séfer Torá un versículo que dice: “Y vivirán con ellos (con los preceptos)”. Los sabios del Talmud interpretaron lo que esto significa: “Y vivirán con ellos, y no morirán con ellos”. Por tanto, para que sigamos cumpliendo todas las demás Mitzvot de la Torá en el tiempo que nos queda de vida, declaro hoy, con el conocimiento del Creador del Mundo y de Nuestra Torá... ¡que el ayuno de este año queda suspendido!

 

  El público quedó perplejo. A nadie se le ocurrió que el Rab iba a tomar una decisión de esa naturaleza. Y lo que vieron después quedará grabado no sólo en los ojos de los que estuvieron presentes, sino en una de las más gloriosas páginas de la historia de nuestro pueblo.  El Rab llamó a dos de los más prominentes Rabinos de la ciudad para que lo acompañaran en el lugar donde estaba parado. Luego, hizo una seña al Shamash y éste trajo varios platos que contenían galletas. El Rab ofreció a los Rabinos que estaban junto a él; él también tomó unas galletas en su mano y, con voz temblorosa y lágrimas en los ojos, pronunciaron la correspondiente Berajá. Un profundo gemido invadió el recinto. El público se fue retirando a sus casas, para obedecer las indicaciones de su Rab. Esa noche de Yom Kipur, todos los judíos de la ciudad de Vilna comieron llorando. Lloraban porque nunca lo habían hecho antes, ni después... Lloraban porque ése iba ser el último año de la epidemia. Todo, gracias a los tres que comieron...[10]©Musarito semanal

 

 

 

“Y elegirás la vida, de modo que tú puedas vivir”. Esto es una prueba de que vivir es también una Mitzvá”.[11]

 

 

 

 

[1] Metzudat David.

 

[2] וְ֨נֹגַהּ֙ כָּא֣וֹר תִּֽהְיֶ֔ה  El resplandor como la luz será. Jabakuk 3:4.

 

[3] וַעֲנַן יְהוָֹה עֲלֵיהֶם יוֹמָם בְּנָסְעָם מִן־הַמַּחֲנֶה  Y la nube del Eterno estaba encima de ellos de día cuando viajaban del campamento; Bemidbar 10:34

 

[4] Ver capítulo 2:6.

 

[5] Metzudat David.

 

[6] Me’am Lo’ez

 

[7] Shemot 19:4-6.

 

[8] Ver Sifrí; Vezot HaBerajá.

 

[9] Bezot Aní Botéaj; Rab Menajem Shaj.

 

[10] Léket Sipuré Tzadikim. Hakéter Hamaor.

 

[11] El Rab de Gur.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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