Agradecer No es sólo decir “Gracias”,

 

sino reconocer de todo corazón

 

“…para acercar sus ofrendas para Hashem…” (7:37, 38).

 

 

La Perashá de esta semana trata sobre el proceso de los korbanot. ¿Qué significa korbán? La raíz de esta palabra significa “acercar”, “lekarev”. Nosotros podemos acercarnos a Hashem por medio del acto de ceder de lo nuestro a los demás. Realmente Hashem no necesita sacrificios ni ofrendas. Él quiere ver qué tanto estamos dispuestos a demostrar nuestro agradecimiento por todo lo que nos da. Agradecer es la memoria del corazón. Los Jajamim nos enseñan: “Todos los sacrificios serán nulos en la época del Mashíaj. Hay sólo una excepción: el Korbán Todá, la ofrenda de agradecimiento. Ésta nunca será olvidada”. En forma similar, todas las tefilot se derogarán, excepto las de agradecimiento.[i]

 

Quien se entrega al servicio de su Creador, tanto al privarse de comer algo prohibido por la Torá como al dedicar su tiempo o sus pertenencias a ayudar al necesitado, se le considera como si estuviera acercando un Korbán Todá.

 

En una ocasión, una pareja que se encontraba a tres semanas de su boda fue con Rab Jaim Kanievski a hacerle una pregunta: al novio le habían detectado una terrible enfermedad y los doctores no se mostraban muy optimistas al respecto.

 

El novio pedía rescindir el compromiso contraído debido a su enfermedad; la novia, por su parte, argumentaba que el designio de Hashem recaía sobre ambos y que ella estaba dispuesta a continuar con el matrimonio, sin importar lo que tuviera que sufrir. Ella no quería dejar al joven solo con su sufrimiento. Después de analizar la situación, el rabino concluyó que la pareja debía casarse.

 

Apenas llegó a oídos de la gente tal noticia, las críticas no se hicieron esperar. Cuando uno está fuera de la situación, se le hace fácil reprochar sin conocer las bases ni los argumentos que se utilizaron para tomar la complicada decisión. Uno de los alumnos del Rab se armó de valor y respetuosamente se acercó a él para preguntarle cuál había sido el motivo que lo había inclinado a tomar esa difícil decisión. El Rab lo llevó a su biblioteca, abrió un libro y le mostró: “Mira, aquí en Perashat Bereshit, el Midrash Rabá nos relata que en una ocasión Alejandro Magno se encontraba conquistando una ciudad llamada Casia. Cuando llego al palacio central, encontró al rey juzgando y le dijo: ‘Adelante, prosigue con el juicio. Estoy interesado en ver cómo hacen justicia en este lugar’”.

 

Se trataba de un litigio entre dos personas que habían hecho una operación inmobiliaria. El que había adquirido el terreno se encontraba arando cuando se encontró un tesoro y deseaba regresarlo a quien le había vendido el terreno argumentando que él había adquirido solamente el terreno. La parte contraria argumentaba que la venta incluía todo lo que se encontrara allí, incluyendo el tesoro. Finalmente el juez dictaminó que el hijo del vendedor debía casarse con la hija del comprador y así el tesoro quedaría en manos de los dos. Alejando Magno se quedó atónito y dijo: “Nosotros hubiéramos matado a los dos hombres y nos hubiésemos quedado con el tesoro…”.

 

Dijo Rab Kanievski a su alumno: “¿Lo ves? Ambas partes salieron ganando. Esto nos enseña que la persona que se sacrifica por otra no recibe daño alguno, solamente beneficios. Finalmente los novios contrajeron nupcias y en corto tiempo el novio se curó”.

 

El Bet HaMikdash era un lugar sagrado. En su interior se encontraban varios utensilios utilizados en el Servicio que hacían los Cohanim. Había un lugar llamado Kodesh HaKodashim, que era el más sagrado. Allí, el Cohén Gadol solamente tenía permitido entrar en el día de Yom Kipur. En él había sido instalado el Arón HaKodesh, donde se guardaban las Tablas en que estaban inscritos los mandamientos que Hashem dictó en Har Sinaí. En la cubierta superior del Arón HaKodesh estaban esculpidos dos Kerubim (figuras de pequeños ángeles) con sus alas extendidas y sus rostros se miraban.[ii] En otro versículo encontramos que las figuras miraban hacia la Casa,[iii] es decir, que se daban la espalda y dirigían sus rostros hacia las paredes del Mishkán.

 

¿Qué quiere enseñarnos esta diferencia? ¿Cómo estaban, mirándose o dándose la espalda? El Midrash declara que a veces se miraban y a veces se daban la espalda. Cuando Am Israel cumplía la Voluntad de Hashem, los Kerubim se daban la cara uno al otro; y cuando Am Israel hacía lo contrario, a consecuencia de su pecado los pequeños ángeles se volteaban.

 

Si el hombre quiere cumplir con la Voluntad de Hashem no debe preocuparse sólo por sí mismo, sino que debe pensar también en su compañero. Debe velar para que quien tenga frente a él sea también un buen yehudí y para que tanto él como su descendencia cumplan con los estatutos de la Torá. La voluntad del Todopoderoso reside en que cada uno mire a su compañero y piensen uno en el otro. Porque si cada uno sólo piensa en sí mismo y lo único que le interesa es lo suyo, es decir, cuando la mirada del yehudí se dirige sólo a la casa, hacia sus cosas, de manera egoísta, entonces quedará claro que este yehudí no está cumpliendo con la voluntad de Hashem.[iv]

 

 

 

“Hashem prefiere actos de bondad por sobre todos los sacrificios ofrecidos en Su Nombre.”[v]

 

 

 

 

[i] Abarbanel.

 

[ii] Shemot 25:20.

 

[iii] Dibré HaYamim 3:20.

 

[iv] Mahayaná Shel Torá, Perashat Terumá.

 

[v] Yalkut, Oshea 247:522.

 

 

 

 

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