El Tzitzit y las mitzvot

 

 

“Y eso será para ustedes el precepto de tzitzit, a fin de que los vean y recuerden todos los mandamientos de Hashem y los cumplan, y no exploren detrás de sus corazones y de sus ojos, tras de los cuales ustedes se pervierten” (15:39).

 

 

La porción correspondiente a esta semana nos relata acerca de un hombre que es sorprendido recolectando leña en Shabat. A continuación viene la ordenanza de atar tzitziot en una prenda de cuatro puntas.

 

¿Qué relación hay entre un tema y el otro?

 

Rabí Jaim ben Atar explica que Hashem dijo a Moshé: Debes saber que aquel que profanó el Shabat fue porque no tenía puesto su tefilín. El hombre siempre necesita un signo de su vínculo con Dios. El Shabat mismo es este signo, pero en los días de la semana este signo son los tefilín.[1] Entonces dijo Hashem: Les daré una mitzvá que deban cumplir todos los días, incluso en Shabat y Yamim Tobim, para que recuerden Mis Preceptos y no aparten su pensamiento de ellos.

 

El valor numérico de la palabra tzitzit (en hebreo) es 600. Si agregamos a este número las ocho hebras y los cinco nudos que hay en cada esquina, llegamos a 613, que es el número de mitzvot que el yehudí está obligado a cumplir.[2] Por consiguiente, Hashem ordenó marcar nuestras vestimentas al igual que un amo manda a su esclavo anudar sus vestimentas como señal de servidumbre. Todo el que posee tzitzit en sus ropas, tefilín en su brazo y mezuzá en su puerta, no caerá en pecados fácilmente, como dice el versículo: El hilo triple no se romperá rápidamente.[3]

 

Hay quienes piensan que si la mitzvá recae solamente sobre aquellos que visten una prenda de cuatro puntas, si la prenda que llevan no cumple con esta característica están exentos de ella. Si atendemos a la bendición que recitamos cuando nos colocamos el talit, no decimos: “...quien nos ordenó envolvernos en el talit”; decimos: “...quien nos ordenó envolvernos en los tzitzit”. Esto es para mostrarnos que los tzitzit representan la humildad, ya que cuelgan hacia abajo, a fin de representar la verdadera esencia de esta ropa.[4]

 

Cierta vez un empresario deseaba mejorar la imagen de su compañía y solicitó a todos los empleados que vistieran el uniforme que los distinguía como miembros del negocio. Uno de los empleados, al regresar a su hogar, comentó a su esposa que el dueño de la empresa decidió duplicar el sueldo a quienes portaran el uniforme. Su esposa le pregunta que hará, esperanzada con la posibilidad de aumentar sus ingresos. El marido le responde que el dueño dijo que no era obligatorio, sino sólo un consejo...

 

No es necesario ser muy imaginativo para darse cuenta de cuál será la reacción de la mujer ante la necedad de su esposo.

 

De la misma forma, aquellos que quieren de verdad a Hashem buscan los caminos para poder obligarse en los preceptos. El Midrash Tanjumá compara el acto de recordar los preceptos con una persona que se hundía en las aguas; el capitán de un barco le arrojó una soga y le dijo:‘No la sueltes, ya que de lo contrario perderás la vida’’ . En forma similar, Hashem dice al Pueblo de Israel: Mientras se encuentren envueltos en miztvot, estarán unidos a la vida, como dice el versículo: Ustedes que están unidos a Hashem, están vivos todos hoy.[5]

 

Cuando los alumnos del Gaón de Vilna fueron a visitarlo en sus ultimos días de vida, lo encontraron llorando y, sorprendidos, le preguntaron: ‘‘Maestro, usted se ocupó durante toda su vida en cumplir con todo lo que está escrito en la Torá, con esfuerzo y dedicación. Seguramente su lugar está destinado entre los más grandes justos. ¿Por qué llora?’’. El Gaón tomó en sus manos su tzitzit y les respondió: ‘‘Este mundo es tan precioso que por unas pocas monedas se puede adquirir un talit y colocar un tzitzit, y cumplir así un precepto que equivale a todas las mitzvot. En pocos días me iré de este mundo y ni siquiera con todo el dinero que existe en él podré cumplir nuevamente con esta mitzvá tan sagrada. Este es el motivo de mi llanto’’.

 

Las mitzvot son para el yehudí como el aire que respira: sin él no puede vivir. Que Boré Olam nos ilumine para cumplir como corresponde la mitzvá de tzitzit, que equivale a los 613 preceptos, y podamos recibir de esa forma el título que la Torá nos garantiza: Y serán sagrados para el Eterno.[6]

 

Los astrólogos de Babel habían pronosticado a la madre de Rab Najmán que, debido a la influencia de los astros en el momento de su nacimiento, su hijo sería un ladrón cuando creciera. La madre, preocupada por su hijo, consultó a los Jajamim, quienes le aconsejaron que el niño tuviera siempre su cabeza cubierta con una kipá y así recibiría el temor a Dios que lo protegería.[7]

 

Los preceptos influyen en la persona y modifican su carácter, y la elevan en los terrenos espirituales de la vida, aun cuando quien esté cumpliéndolos ni siquiera se dé cuenta. Poco a poco irá adquiriendo el temor a Hashem.

 

En cuanto sus hijos llegaban a cumplir un mes, Rabí Israel de Ruzhín se aseguraba de que llevaran un pequeño talit katán (tzitzit).Cuando era todavía un pequeño bebé, su hijo, que llegaría a ser el famoso Rabí David Moshé Chortkov, empezó un día a llorar. Su madre lo levantó, lo amamantó y, cuando vio que el bebé no se calmaba, jugueteó un poco con él. Pero por más intentos que hacía, el niño no paraba de llorar. “Seguro que le pasa algo”, pensó su madre; “nunca llora de esa forma.” Antes de llamar al médico, fue a buscar a su marido, el Rebe, para pedirle consejo, explicándole que temía que el niño padeciera alguna enfermedad. El Rebe sonrió ante sus temores. “Tal vez olvidaste ponerle su talit katán esta mañana.” La madre corrió hacia su hijo que seguía llorando. Tras quitarle la ropa, se dio cuenta de que, efectivamente, el Rebe tenía razón. El pequeño David Moshé no llevaba su tzitzit. En cuanto encontró la pequeña prenda, se la puso y, milagrosamente, paró de llorar.[8] La Torá no es demasiado pequeña ni siquiera para la persona más grande, y no es demasiado grande ni aun para la persona más pequeña.[9],[10]©Musarito semanal

 

 

 

“Las 613 mitzvot (preceptos) son 613 ‘etzot’ (consejos) de cómo vivir una vida plena y feliz.”

 

 

 

 

[1] Erubín 96a.

 

[2] Midrash Tanjumá.

 

[3] Kohélet 4:12.

 

[4] Admor Rabí Yejezkel de Kusimir.

 

[5] Debarim 4:4.

 

[6] Vayikrá 19:2.

 

[7] Shabat 156b.

 

[8] Relatos de Tzadikim, tomo 4, pág. 85.

 

[9] Rabí Natán Tzví Finkel.

 

[10] Basado en el comentario del Rab Rafael Freue sobre la Perashá Lej Lejá.

 

 

 

 

 

 

 

 

.

 

© 2014. Musarito Semanal. Todos los derechos reservados.