Orjot Tzadikim (Las sendas de los justos)

 

 

Para poder comenzar cualquier emprendimiento lo primero que se requiere es tener la voluntad de hacerlo. Dijo el Baal Shem Tov: Donde está la voluntad del hombre, allí es su lugar. El hombre se limita hasta el lugar que él mismo se convence que puede llegar. No hay nada que se pueda interponer delante de la voluntad de la persona.

 

Si bien en otras áreas de la vida la voluntad tal vez no tenga mucho valor, un empleado no puede llegar a cobrar solamente porque tenía voluntad de cumplir con sus obligaciones, ¡o las realiza o no percibe el salario! Para cosas mundanas lo que cuenta es el resultado, lo que se obtiene, lo que se realiza, lo que se tiene en las manos. Sin embargo, en el marco espiritual lo importante es la voluntad, las ganas de hacer lo correcto, el anhelo- incluso si no se obtiene el resultado deseado.

 

Rab Mendel de Kotzk dijo a sus discípulos: “Las almas descienden del reino de los Cielos por una escalera. Luego esta es retirada. Pero desde arriba llaman a las almas para que retornen. Algunas no se mueven de su lugar porque, ¿Cómo subir al Cielo sin escalera? Otras saltan y caen y saltan nuevamente y abandonan. Pero están aquellas que saben muy bien que no es posible lograrlo, pero lo intentan y lo intentan una y otra vez hasta que Hashem las toma en sus manos y las eleva a las alturas…”.

 

 

 

El treceavo portón: la voluntad.

Shá'ar Haratzón

 

 

La voluntad y la disposición de actuar es una cualidad muy positiva, y sólo se halla en las personas altruistas y elevadas. Quien posea esta cualidad se conforma con todo aquello que le destina el Eterno y no cuestiona Su decisión. Los que poseen esta virtud, no ambicionan la grandeza y los honores, sino su voluntad y su mente se concentran en la abnegación. No se lamenta por lo que ocurre ni presenta queja o enojo contra el Creador, y no cuestionan cada cosa que Él hace. De este atributo se deriva la satisfacción con lo que se posee, lo cual es sumamente positivo.

 

Y siendo que todo depende de la virtud de la voluntad, debe inclinar su voluntad hacia el cumplimiento de la voluntad Divina; y así lo expresaron nuestros sabios de bendita memoria: Haz de Su Voluntad tu voluntad, para que Él haga de tu voluntad Su voluntad.[1]El hombre debe dirigir sus deseos y energías hacia los preceptos; y aunque le resulten difíciles de realizar debe llevarlos a cabo hasta encariñarse con ellos. Así como le resultaba sumamente difícil a nuestro padre Abraham sacrificar a su único hijo, empero anuló su voluntad ante el deseo del Eterno y madrugó y se dirigió con amor y disposición a cumplir con la Voluntad Divina.

Haciendo una introspección

 

Ante el Todopoderoso nada es olvidado, nada es ignorado, cualquier inversión de esfuerzo es valorado y querido para Él. El entusiasmo es el condimento que le da sabor a cada una de las Mizvot que cumplimos. Debemos evitar el acostumbramiento porque eso provoca desgana y conlleva el menospreciar el valor tan importante de hasta la más sencilla Mizvá.

 

La palabra "entusiasmo" denota un sentido positivo. El diccionario la define como "un sentimiento de enfático interés sobre un tema o actividad en particular, y una avidez para involucrarse". Las personas con entusiasmo tienen brío, pasión y una excitación que suele ser contagiosa. Es uno de los dones que suele tener un gran maestro o un líder. Pensamos que personas así las encontramos solamente en el pasado, vamos a traer un ejemplo de nuestra generación, relatado por el Rab Shlomo Leveinstein para que veamos hasta dónde puede llegar una persona cuando se combinan efectivamente la voluntad y el entusiasmo…

 

Remontémonos a Irán, hace cerca de noventa años, dentro del seno de una de las más adineradas familias judías, un joven de 16 años, sediento de conocimiento descubre las frescas y cristalinas aguas que brotan del maravilloso manantial de la Torá. Había estudiado en una renombrada escuela judía y dominaba muy bien el hebreo. Sabía que la mejor opción que tenía para aprender a estudiar Torá era en la tierra de Israel, por lo que se acercó a su padre para que lo apoyara en su nuevo proyecto de vida. Sus padres no eran observantes y negaron terminantemente la petición. El joven no se dio por vencido y comenzó a insistir e insistir una y otra vez, sin embargo, los padres ya habían tomado la decisión y era terminante.

 

El muchacho no se rindió y al ver que no desistiría de su idea, el padre le propuso que había solamente una forma de ir a cumplir sus sueños, le solicitó que le firmara una carta donde renunciaba a toda la herencia de la familia. El joven aceptó el trato, tomó sus pocas pertenencias y a lomo de burro se hizo al camino. Después de varias semanas al fin logró llegar a la Tierra Santa.

 

Averiguó donde se encontraba la mejor institución de Torá y le señalaron que fuera a la Yeshivá de Ponevitch. Más tardó en preguntar que en hacerse al camino y en menos de lo que se esperaba se encontraba frente al Rosh Yeshivá. Rab Kahanemán lo recibió amablemente y le preguntó de dónde venía y que era lo que lo había traído hasta la Yeshivá. El joven respondió con determinación: “¡Vengo de Irán y llegue hasta aquí para estudiar Torá!”. “Excelente”, dijo el Rab “¿y me podrías decir qué es lo que sabes de Torá?”. El joven respondió: “Bueno, se hablar y escribir muy bien hebreo…”. “¿Y sabes preparar una hoja de Guemará o estudiar una Mishná?”. El joven meneo la cabeza de un lado al otro, “No, solamente sé hebreo”. Entonces, le dijo amablemente el rab: “Lo siento, tendrás que buscar otro lugar, esta es una Yeshivá para gente que ya está preparada, con estudios previos...

 

De pronto, todo se oscureció para el muchacho, todo pasó delante de su rostro, la renuncia a la herencia, el dejar la familia, las penurias del viaje. No lloró, solamente inclinó hacia abajo su cabeza y se le escaparon unas lágrimas. El rab Kahanemán lo miró y le dijo: ¡Estás aceptado en la Yeshivá! Llamó a su asistente y le pidió le asignaran un dormitorio, eligió algunos de los mejores estudiantes para que cada uno le dedique una hora al día. En poco tiempo se convirtió en el mejor alumno de la Yeshivá. Fue un ser extraordinario y entregó su vida para santificar el Nombre Divino. Además de ser un gran Talmid Jajam, fundó varias instituciones en Estados Unidos, México, Argentina, Brazil, Canada, Irán, Rusia… acercó a miles de personas al judaísmo, el Rab Hagaón Eliezer ben David, Z”L nos legó un gran ejemplo de lo que significa voluntad, perseverancia, constancia y dedicación... ©Musarito semanal

 

 

“Es más conveniente cumplir con la Voluntad de los Cielos, a que los Cielos cumplan nuestra voluntad.”[2]

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Pirké Abot 2:4.

 

[2] Rabí Itzjak Meir de Gur.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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