La responsabilidad de ser judío

 

 

“No temas descender a Mitzraim, pues allí te convertiré en un gran pueblo…”. 46:3

 

 

En esta Perashá concluye el artificio que Yosef había urdido en contra de sus hermanos… sus sueños se habían cumplido en su totalidad; él sabía que eran proféticos y que por algún motivo, Hashem deseaba que sus hermanos vinieran a Egipto. Cuando ellos llegaron a comprar granos, los acusó de espías y después de interrogarlos, los obligó a traer a su hermano menor, al salir les tendió una trampa para acusarlos nuevamente de ladrones y retenerlos allí… una vez que ellos se postraron y reconocieron su soberanía, sus sueños quedaron consumados. Entonces, ya no había razón para continuar con la farsa y así fue como les reveló su identidad: Yo soy Yosef, su hermano…[1] después les solicitó a todos bajar a Egipto, para resguardarse de la hambruna que azotaba a la región. Y así lo hicieron; bajó Yaacob junto con toda su familia a la tierra de Goshen, y de esta forma comenzó el exilio de los hijos de Israel.

 

¿Por qué Yosef se empeñó en ver realizados sus sueños? ¿Realmente eran profecías o tal vez eran fantasías de grandeza? ¿Cómo pudo una túnica rayada llevarlos a semejante trama?

 

En efecto, desde la venta de Yosef, el versículo nos revela que todo provenía de un plan Divino, al decir: Y lo envió del valle de Jebrón.[2] Dicen los Jajamim que, como es sabido, Jebrón es un monte y no un valle; la Torá nos quiso insinuar de que todo esto venía del “consejo profundo” (como un valle), de aquel justo (Abraham Abinu) que yacía en Jebrón,[3] sobre quien le fue dicho: Ciertamente sabrás que tu descendencia será extranjera en tierra ajena…[4] ¿A qué consejo se refiere? ¿Y por qué le llama profundo?

 

Respecto a la túnica rayada, los Jajamim explican que por medio de ella, Yaacob quiso insinuar a Yosef su futuro, en hebreo se llama “Pasim” y es el acrónimo formado por las primeras letras de las palabras: Potifar, los comerciantes, los Ishmaelim y los Midianim.[5] Yaacob trató de darle una señal a su hijo mostrándole los grandes desafíos que Hashem le depararía en su vida, así como también la fórmula de cómo evitar asimilarse entre el mundo gentil en el cual le tocaría vivir y así preservar su identidad judía. Ésta túnica, era una vestimenta que denotaba prestigio. Yosef, pese a los obstáculos, debía tener presente el orgullo de pertenecer a sus orígenes, y así evitar el desertar de la familia que el Creador había elegido para ser una nación santa. En efecto, cuando sintió que estaba por ceder ante la tremenda seducción a la que fue persistentemente sometido por la esposa de Potifar, vio la figura de su padre diciéndole: Provienes de una gran estirpe, colmada de personajes queridos y apreciados por Hashem, tu nombre estará grabado en el pectoral que vestirá el Cohén Gadol…

 

El recurso que salvó a Yosef, también salvó a todo el Am Israel. Hashem había decretado un exilio de 400 años en Egipto. ¿Cómo se puede explicar que un pueblo que fue oprimido, humillado y maltratado y a pesar de que fue sometido durante tanto tiempo y aun así pudo conservar su identidad y no se asimiló ni se perdió entre la muchedumbre que los reprimía? El orgullo y el sentido de pertenencia, la gran riqueza de origen que conservaron muy dentro de sus corazones, fue lo que les dictó que por su elevada naturaleza no se podían mezclar con otros pueblos y este fue el elemento que preservó la etnia de Israel en Egipto.

 

Hashem les preparó el camino y con esto se responde que en realidad los sueños sí eran proféticos,[6] y fueron enviados desde un principio a la persona quien haría que todos los hijos de Israel bajaran a Egipto y así se pudiera cumplir el plan Divino. La profundización del consejo era que Hashem tenía como propósito comenzar el exilio de la descendencia de Abraham, tal y como lo advirtió en el pacto de Ben Habetarim, solamente que el decreto sentenciaba que Yaacob y sus hijos bajaran a Egipto cautivos y encadenados.[7] Al final no llegaron así, entraron con honores y esto fue para evitar así su asimilación; ¿cuánto tiempo podrían resistir, cautivos y humillados por un pueblo cruel y despiadado, sin perder su identidad?

 

Esa podría ser la razón por la que la Torá alargó tanto en el relato de Yosef y no simplemente describió como bajaron a Egipto, sino que quería enfatizar esta importante lección para todas las generaciones.[8] Nuestros padres no cambiaron sus vestimentas, su idioma ni sus nombres en Egipto.[9] Esto les recordaba permanentemente su la identidad. Ser judío es ser miembro del pueblo del pacto, y heredero de una de las creencias más antiguas, perdurable e inspiradora de reverencia del mundo. Es heredar un modo de vida que se ha ganado la admiración del mundo por su amor a la familia, su devoción a la educación, su filantropía, su justicia social, y su infinitamente leal dedicación a un único destino.

 

Cierta vez, un alumno del Rab Yehonatán Aibeshitz se paró junto a él para responder a las bendiciones matutinas que su Rab pronunciaba con mucho fervor. Cada mañana el ser humano es como una criatura nueva y debe renovar su servicio al Creador, por eso los Jajamim establecieron algunas bendiciones matutinas como agradecimiento a Hashem por su fidelidad en regresarnos el alma cada mañana. Agradecemos por la inteligencia, la vista, el movimiento, el erguimiento, la vestimenta entre otras. Cuando el Rab llegó a la bendición donde se agradece por la identidad judía, el alumno se percató que el Rab la saltó, “tal vez no la escuché”, pensó, pero se quedó con la curiosidad.

 

Al día siguiente estuvo más atento y confirmó su duda, ¡El Rab no la pronunció! La curiosidad le punzaba, pero no se atrevía a preguntarle porque omitía esta bendición. Entonces fue y lo platico con uno de sus compañeros y al siguiente día los dos se sentaron al lado de Rab para responder Amén a sus bendiciones y de paso, corroborar la interrogante. Una vez confirmada la duda, el segundo alumno se lanzó a preguntar y la respuesta del Rab los dejó atónitos. Les dijo: ¿Cómo creen ustedes que no voy a decir esta bendición…? Para mí, todas son importantes, sin embargo, ésta es tan significativa para mí, que no puedo esperar hasta llegar aquí para pronunciarla, la digo en la primera oportunidad que tengo para hacerlo…

 

El legado de nuestro Patriarca Yaacob fue el dejarnos claro la investidura que poseemos. Esto es lo que ha dado al Am Israel la subsistencia en la diáspora. Cuando perdemos de vista nuestra misión, perdemos la fuerza y energía para sobrevivir. El sentimiento judío que debemos desarrollar en nosotros y en nuestros niños es saber que el pueblo elegido es a la vez un privilegio y una responsabilidad. Algunas personas piensan que pueden disfrutar privilegios sin asumir responsabilidades proporcionales. Hay una ley de vida la cual debe ser aceptada: No existen privilegios sin responsabilidades que los acompañen. La obligación de observar diligentemente la voluntad Divina es la responsabilidad que demanda esta condición.©Musarito semanal

 

 

 

“Israel es una luz para las naciones”.[10]

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Bereshit 45:4

 

[2] Bereshit 37:14

 

[3] Ver Rashí

 

[4] Bereshit 15:13

 

[5] Rashí; Berteshit 37:3

 

[6] Ramban; 42:9

 

[7] Tanjumá, Vayeshev 3

 

[8] Rab Eliezer Menashe Donat, Shlita

 

[9] Vaikrá Rabá 32:5

 

[10] Yeshayá 42:6

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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