Nunca te rindas

 

 

 

"Abraham se levantó”. Bereshit 23:3.

 

 Después de la Akedat Yitzjak, nuestro patriarca retornaba a su hogar pleno y contento de haber conseguido superar la más difícil de todas las pruebas a las que fue sometido. Creía que había llegado a la cúspide de la montaña, había conseguido subyugar todo su sentir, su fe e ideología en favor de la Voluntad de Hashem. Grande fue su sorpresa al encontrar sin vida a quien había sido su compañera, su hermana, su amada esposa Sará. Imaginemos la escena: Abraham estaba anciano, entrado en años,[1] Hashem le había prometido que heredaría la tierra de Israel,[2] y sin embargo no tenía ni un centímetro cuadrado de esa tierra para enterrar a su esposa. También le había asegurado que tendría tantos descendientes como los granos de arena del mar, o de las estrellas del firmamento.[3] Sin embargo tenía un solo hijo del pacto, Isaac, al que casi pierde, y que a la edad de 37 años aún no se había casado. ¿Cómo reaccionaría cualquiera de nosotros? ¿Podría algún mortal resistir la súbita caída desde semejante altura?

 

La reacción de Abraham transmite una lección invaluable, puede serle útil a toda persona que desee hacer frente con fortaleza e integridad a cualquier acontecimiento que se le presente en la vida. Nuestro patriarca transformó la energía negativa de los sentimientos del pasado, en una atención enfocada en el futuro. No negó lo que estaba sucediendo… era imposible inhibir el sentimiento de pesar que le causaba el trance crítico por el que estaba atravesando, más sin embargo, en ningún momento dejó que se perdiera su visión hacia el futuro… Y así lo describe la Torá: Abraham vino a lamentarse y a llorar por ella. De inmediato dice: y se elevó de su dolor. Quiere decir, que no se quedó allí llorando y lamentándose por lo que había sucedido, como lo hicieran Noaj [4] y la esposa de Loti [5] quienes no tuvieron el coraje para seguir adelante. Nuestro patriarca supo utilizar su energía y esfuerzo para conseguir una parcela para enterrar a Sará; seguidamente se ocupó en encontrar una esposa para su hijo. Él sabía que sentarse a llorar todo el día, no le ayudaría en nada, Hashem no le arreglaría la vida mientras que él no tomara la iniciativa e hiciera algo por resolver sus problemas, y entonces Hashem haría su parte…

 

El concepto de que no podemos cambiar el pasado, pero cambiando la forma en que pensamos el pasado podemos cambiar el futuro, lo aplicó Victor Frankl en Auschwitz.[6] El método que empleó, permitió subsistir a varios de sus compañeros al infierno y la masacre que se llevaba a cabo en los campos de concentración. Él solía fortalecer el ánimo de los cautivos diciéndoles que la forma de encontrar el sentido para soportar el sufrimiento, no era preguntarse qué esperaban de la vida, sino qué es lo que la vida esperaba de ellos... No debían rendirse ante el abatimiento, pues en algún lugar, fuera del campo, a cada uno le esperaba una responsabilidad, una misión que sólo él podría concretar. Nadie tiene derecho a renunciar a sus obligaciones por la desesperanza…

 

El Jafetz Jaim estuvo dedicado a escribir la gran obra de ley judía llamada Mishná Berurá por más de veinticinco años. Durante este tiempo sufrió muchos problemas que dificultaban la escritura del libro. La gran mayoría de la gente se hubiese rendido ante semejantes angustias, y las habría visto como una señal de que su emprendimiento no iba a llegar a buen fin. Sin embargo, el Jafetz Jaim se dio cuenta de que todos los desafíos eran para evitar que él escribiera la Mishná Berurá. Consecuentemente, continuó persistiendo y logró finalmente escribir uno de los libros más importantes de los últimos cien años. La razón que lo llevó a persistir fue haber sido capaz de reconocer la crucial importancia de lo que estaba intentando lograr; esto le permitió superar todos los desafíos y completar el libro.

 

El rey Jizkiyahu se enfermó de muerte. Vino a él Yeshayahu, hijo de Amotz, el profeta, y le dijo: Así ha dicho Hashem: ´Ordena testamento para tu casa, porque morirás, y no vivirás´. Entonces volteó Jizkiyahu su rostro hacia la pared y rogo al Eterno.[7]  El Nabí le advirtió que el decreto estaba sellado, que indefectiblemente iba a morir y que era demasiado tarde para hacer algo al respecto. Jizkiyahu respondió que él aprendió de su antepasado, el rey David,[8]que incluso si una espada aguda está en el cuello de un hombre; no debe rendirse ni siquiera cuando ya estaba el decreto sobre su cuello, entonces Jizkiyau se volteó, quiere decir que rogó misericordia al Creador desde lo más profundo de su corazón y le fueron concedidos otros 15 años más de vida...[9]

 

Un hombre que había sido deportado a Siberia, después de varios años de cautiverio, consiguió la ansiada libertad. Cuando arribó a su ciudad encontró todo muy distinto, con trabajo pudo identificar el barrio donde vivía y, para su pesar, no alcanzó a encontrar con vida a todos los parientes y amigos que conocía, la desolación cayó pesadamente sobre sus cansados hombros y al no encontrar más razones para vivir se sumió en una profunda depresión. Cuando Rab Galinsky se enteró que uno de los hombres con los que había compartido la helada Siberia estaba enfermo, fue a visitarlo y en un principio no reconocía a la deplorable figura que tenía frente a él. Le sugirió que fuera a descargar su pena con el Jazón Ish, el hombre le respondió: “¿Acaso él va a regresar a mi familia?”.

 

Como era su costumbre, Rab Galinsky no cejó hasta que estuvieron delante del Gigante de la generación. Entonces el Jazón Ish le dijo: “Permíteme relatarte un incidente que llegó al Bet Din del Rab de Kobno, Rab Yitzjak Eljanán: There was a fellow who learned Torah and his wife supported the house by going to the big city, buying merchandise and then selling it at a profit.Una mujer piadosa propuso a su esposo que dejara en sus manos la administración del negocio, a cambio de que él estudiara Torá todo el día; así lo convinieron y desde ese día la mujer iba a la gran ciudad, compraba mercancía y luego la vendía en el pequeño local que atendía su esposo

 

La temporada se acercaba y la tienda requería ser surtida. La mujer tomó el capital que había reunido hasta entonces y fue a hacer las compras. Encontró un producto de oportunidad y cuando estaba por pagarlo, sHer world became dark as all her money was in it.u mundo se oscureció, ¡No estaba el bolso donde había puesto el dinero! ¡El capital que con tanto esfuerzo había reunido! Se dirigió de inmediato hacia el She came to the Rav of the city and requested that he announce that if anyone found a purse, they should bring it to the Rav.Rab de la ciudad y le pidió auxilio. El Rabino anunció ante la congregación que aquel que encontrara el bolso, debía entregarlo. Un hombre pobre se acercó y dijo que había encontrado un bolso. La mujer le dio los simanim (signos para demostrar que era de ella). El hombre objetó diciendo que él sabía que si uno encuentra un objeto perdido en una ciudad que en su mayoría habitan gentiles se lo puede quedar, porque asumimos que los propietarios han renunciado del objeto. Tengo un hijo para casar a y necesito este dinero, cuando lo encontré, me alegré de que Hashem me envió un regalo del cielo.

 

Ahora dime, preguntó el Jazón Ish al hombre que acompañaba a Rab Galinsky: “¿Qué crees tú debe hacer el Rab? Por un lado tiene a un hombre que no está dispuesto a renunciar a su “hallazgo”, por otro lado sabemos por las señas que el dinero le pertenece a la mujer…”. El hombre encogió los hombros y dijo: “Pues yo creo que el hombre pobre tiene la razón, era una ciudad de mayoría gentiles y la Halajá dicta que cualquier persona que encuentre un artículo en un lugar así, tiene derecho a mantenerlo”. “Tienes razón”, afirmó el Rab, “sin embargo el Rab de Kobnó sentenció que el hombre debía devolver el dinero a la mujer. ¿Sabes por qué? Dice el Talmud que lo que una mujer casada adquiere pasa a propiedad del marido,[10]  el esposo de esa mujer no tenía idea de que el dinero se había perdido, por lo tanto él [que era el verdadero propietario] no renunció al capital extraviado, por lo tanto, el hombre tuvo que devolver el dinero a la mujer”. El Jazón Ish miró a los ojos al hombre y le dijo, "Estas palabras se aplican a ti también. ¿Quién te dio permiso para abandonar tú existencia? !Incluso si una espada filosa estuviera sobre tu cuello, no debes renunciar! ¿Acaso crees que eres dueño de la situación o de tú vida...?© Musarito semanal

 

 

 

 

  Abandonar puede tener justificación, abandonarse, no la tiene”.

 

 

 

 

 

 

 

1 Bereshit 24:1

 

2 Ídem 13:15

 

3 Ídem 13:16, 15:6

 

4 Ídem 9:20

 

5 Ídem 19:26

 

6 Fundador del método terapéutico conocido como logoterapia.

 

7 Yeshayá 38:1,2

 

8 Shemuel II, 24

 

9 Berajot 10a

 

10 Gittin 57a

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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