Cuidando el honor de los demás.

 

“Cobra venganza por los Hijos de Israel de los midianim”. 31:1.

 

 

Moshé recibe la orden de vengarse contra los midianitas. Ellos habían abandonado a sus hijas a la promiscuidad, con el único propósito de hacer caer a los judíos en el pecado de perversión e idolatría; este acto, provocó la muerte de 24,000 miembros del Am Israel.[1] Hashem condicionó el término de la guerra al fallecimiento de Moshé. A pesar de haber sido informado, el gran líder de Israel no retrasó la misión, convocó de inmediato a todos y les dijo: De entre ustedes armen hombres para el ejército, para que luchen contra Midián a fin de infringir la venganza de Hashem sobre ellos.[2] Resulta extraño que Moshé no transmitió fielmente el precepto: Se le ordenó vengar a Israel y él les pidió vengar a Hashem. En realidad, no cambió las palabas. Él sabía que Israel representa al Creador frente al mundo y, en este sentido, Su Nombre está asociado con el de Israel.[3] Segundo; Moshé dedujo que si les pedía que fueran a defender el honor del Pueblo, se resistirían a alistarse a las tropas, la noticia que sería la última batalla de Moshé, se había corrido como la pólvora por todo el campamento; nadie quería separarse de su dirigente y por ende lo estarían postergando, sin embargo, al saber que estaban vengando el honor de Hashem, saldrían sin demoras.

 

Moshé los envió, mil por cada tribu para el ejército, a ellos a Pinejás hijo de Elazar el Cohén.[4] Generalmente el orden de la formación de las tropas era así: el Cohén Mashúaj Miljamá comandaba el frente. En el siguiente puesto jerárquico estaban los jefes de tribu, seguido de los generales y el resto de los soldados. Preguntá Rashí:[5] ¿Por qué encabezó Pinejás al ejército? Le correspondía a Elazar dirigir la batalla, era el sucesor de Aharón y desempeñaba el cargo de Cohén Gadol. La respuesta es, porque Hashem lo ordenó: “Quién haya comenzado la Mitzvá de castigar a los midianitas, que sea el mismo quien termine la tarea de castigarlos”.[6] En esta ocasión, la mención de los líderes de cada familia fue omitida, debido a que no estaban presentes todos los jefes de tribu, faltaba Zimbrí, el líder de la familia de Shimón. Hashem omitió la mención de todos los demás jefes en la formación de guerra, solamente para que no se avergonzara una sola persona de la familia de Shimón.[7] Pero, recordemos que ellos habían sucumbido ante la trampa de Balak, su líder trajo al campamento a una mujer midianita, desafió a Moshé y pecó delante de todos bajo la custodia de sus hermanos… Aun así, Hashem consideró su vergüenza. Hashem lo hizo para enseñarnos ¡Cuánto debemos cuidar el honor del prójimo…!

 

Rab Yehudá Tzadka, uno de los más grandes exponentes del mundo de la Torá Sefaradí. Fue sucesor del Rab Ezrá Attie junto con el Rab Ben Tzión Abba Shaul en la Yeshivat Porat Yosef. El altruismo de su personalidad lo convirtió en una figura muy querida por todos. Sucedió con uno de sus alumnos, a quien le habían propuesto una jovencita, el Rab intervino y con la ayuda del Cielo los muchachos fijaron el día del compromiso. Pero de pronto en medio de la ceremonia apareció un reconocido Rabino y le pidió al Rosh Yeshibá hablar con él un momento a solas, entonces le rogó al Rab detener el compromiso. “¿Podrías decirme por favor el motivo?”. “Escuché que la novia sufre de una grave enfermedad, debemos salvar al joven, ¡lo están engañando...!”. Rabí Yehudá Tzadka, lo pensó unos segundos y decidió que no humillaría de tal forma a la joven ni a su familia, regresó a la ceremonia y actuó como si nada pasara. Al día siguiente, se reunieron los Rabanim de la Yeshivá para deliberar. Decidieron que le dirían al joven la verdad, pero paralelamente fueron a consultarle al Rab de Brisk ¿si debían romper aquel compromiso o no? Al escuchar el Rab de Brisk la consulta pensó algunos minutos y dijo: “Es una muy difícil decisión, realmente no sé qué responder”, todos quedaron muy confundidos; Entonces Rabí Yehudá Tzadka dijo: “Si el Rab no nos aclaró como se debe proceder, diré lo yo que pienso: “el compromiso debe continuar”.

 

Pocas horas después, aquel Rab que había informado de la enfermedad, confundido y avergonzado se presentó ante ellos y les dijo: “Agradezco a Hashem con todo mi corazón que no le dijeron nada al joven, les pido de antemano una disculpa, y les informo que hubo un error, la novia es completamente sana, alguien se confundió de persona y me dijo algo que no era correcto…. Dijo entonces Rab Tzadka, está claro que si nos preocupamos por cuidar el honor y la dignidad de los demás, del Cielo nos protegen no permitiendo que nos equivoquemos en nuestras decisiones.[8]

 

Encontramos otro ejemplo en el Talmud:[9] No se agrega un décimo tercer mes al año, sino con un quórum exclusivo, de miembros invitados por el presidente de la Asamblea Rabínica. Sucedió que en una oportunidad Rabán Gambliel anunció, que al día siguiente se reunirían para analizar la necesidad de agregar un nuevo mes, e invito a siete miembros. En la mañana cuando ya estaban a punto de comenzar la Asamblea, el presidente notó que en lugar de siete eran ocho los presentes y dijo: “quien no está invitado que por favor se retire”; se paró Shemuel HaKatán (el pequeño) y dijo: “Soy yo que llegué sin invitación, no lo hice para deliberar con ustedes, solamente fue para aprender”. Rabán Gambliel le indico: “Siéntate hijo siéntate; tú eres digno de formar parte del Tribunal que arbitra cada año, solamente que ya fue establecido que sólo pueden participar los invitados”. En realidad el intruso no era Shemuel, pero tomó esa actitud para que el culpable, no pasara un momento de humillación al tener que retirarse.

 

Encontramos una historia similar con Rabí Yehudá Hanasí, durante una de sus clases sintió en el ambiente un desagradable olor y dijo: “Quien haya comido ajo que se retire de la clase”, se levantó Rabí Jiá y se retiró, y tras de él se retiraron todos los demás alumnos. A la mañana siguiente, lo encontró Rabí Shimón hijo de Rabí Yehuda y le dijo: “¿tú eres quien ha hecho sufrir a mi padre?”, Rabí Shimón sabía perfectamente que Rabí Jiá no era el del mal aliento, su reclamo fue por haber salido y provocado que tras él, se fueran todos. A lo que le respondió, nunca permitiría que alguien sufra tamaña humillación, sé que dejar de estudiar Torá es grave pero, la vergüenza en público es peor; Por eso decidí salir.[10]

 

Todo el que avergüenza a su compañero en público es como si hubiera derramado sangre.[11] Es decir, su falta es equiparable a haberle quitado la vida. Los Jajamim nos advierten: es mejor arrojarse a un horno encendido, y no avergonzar a alguien en público.[12] ¿Por qué es considerada esta falta tan grave? Debido a que cuando uno golpea a una persona, el daño es hacia su cuerpo: los insultos, las heridas corporales de alguna manera cicatrizan. La vergüenza lastima el espíritu, este tipo de lesión casi nunca sana.[13] Rabí Jiá se levantó cargando sobre sí las miradas y la culpa del mal olor, estuvo dispuesto a ser considerado culpable antes de que un compañero sufriera un poco de vergüenza.

 

Que el honor de tu compañero sea para ti importante como el tuyo propio,[14] Los Jajamim se explayaron ampliamente sobre la obligación y el deber que tienen todas las personas de preocuparse y resguardar el honor y buen nombre de los demás, como el propio. ¿Quién es el honorable? Aquel que brinda honores a todas las criaturas.[15] Y, ¿por qué todos los seres merecen el honor? Simplemente porque todos son hijos de Hakadosh Baruj Hu. ¡Cuánta importancia le da la Torá al honor de cada individuo! Hashem cuidó el salvaguardar la dignidad incluso de quienes habían pecado… Esta es la pauta que debemos tomar como referencia para valorar lo delicado de esta Mitzvá y lo mucho que debemos cuidarnos de no traspasarla. ©Musarito semanal

 

 

“La vergüenza es el más grande de los dolores”.[16]

 

 

 

 

 

[1] Ver Rashí en Bemidbar 25:17

 

[2] Bemidbar 31:3-4.

 

[3] Rashí en Bemidbar 31:3; ver también Gur Aryé.

 

[4] Bemidbar 31:6

 

[5] Ídem.

 

[6] Tanjumá 3.

 

[7] Ver Baal Haturim en Bemidbar 31:6.

 

[8] Extraído de la revista Pájad David, Perashat Mishpatim; Rab David Pinto.

 

[9] Sanhedrín 11a.

 

[10] Meaharshá.

 

[11] Babá Metziá 58b.

 

[12] Berajot 43b.

 

[13] El Gaón de Vilna.

 

[14] Pirké Abot 2:10.

 

[15] Pirké Abot 4:1.

 

[16] Shabat 50b.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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