PERASHAT KI TABÓ

Ser Agradecido

 

"Deberás tomar de lo primero de todos los frutos del suelo". 26:2

 

 

En esta Perashá se menciona el precepto de los Bicurim (las primicias). Luego de haber conquistado y dividido la Tierra de Israel, cada agricultor debía llevar anualmente a Yerushalaim los primeros frutos de las siete especies por las cuales la Tierra de Israel es elogiada,[1] para agradecer a Hashem por la abundancia que brota en beneficio de todo ser, agradeciendo y demostrando que la vida es otorgada por Su Providencia y preocupación por Sus criaturas. Un inmenso júbilo y alegría invadía el corazón de todos los que subían a Yerushalaim con sus primicias. La Mishná[2] relata cómo se llevaba a cabo la procesión: largas caravanas recorrían los caminos y por cada poblado que pasaban, se sumaban personas; dormían en las calles y apenas amanecía el encargado decía: “levántense subamos a Tzión, hacia nuestro Creador”; El toro que sería sacrificado como ofrenda, marchaba al frente del grupo, lleno de adornos, con los cuernos revestidos de oro, la música de las flautas alegraba los caminos, los habitantes de los alrededores de Yerushalaim salían al encuentro de los que llegaban, los ricos cargaban con bandejas de oro y los menos pudientes lo hacían con canastas de mimbre, pero todos unidos en una gran fiesta subían al Bet Hamikdash. Allí, cada uno hasta el mismo rey colocaba su canasto sobre sus hombros y lo presentaba personalmente al Cohén. Cada uno recitaba el versículo referente a las primicias.[3]

 

Uno de los párrafos que recitaban al acercar las primicias era: “El arameo quería exterminar a mi padre… Y nos hicieron sufrir los egipcios y nos torturaron… Y clamamos a Hashem y Él escucho nuestra voz, y vio nuestro sufrimiento, nuestro esfuerzo y nuestra opresión. Y nos sacó Hashem de Egipto con Mano Fuerte… Y nos trajo a esta tierra, de la que gotea leche y miel. Y ahora he traído las primicias de los frutos de la tierra que me diste…”.

 

Preguntan los Jajamim: ¿Por qué en esta declaración, se menciona primero a Labán el arameo y a los egipcios, antes de agradecer a Hashem por Sus Bondades? La respuesta es que ambos fueron ingratos con quienes les hicieron un gran favor. Labán persiguió y trató de eliminar a Yaacob, cuando toda la riqueza que había obtenido había sido gracias a él.[4] Los egipcios esclavizaron y sometieron al Am Israel con la intención de aniquilarlos; se olvidaron que toda la abundancia y el poderío de Egipto eran gracias a Yosef quien lo consiguió mientras fungía como virrey. Por esto los mencionamos, así mostramos que no somos desagradecidos como ellos, nosotros reconocemos el bien que Hashem prodigó a nuestros padres, que nos salvó de nuestros enemigos y que nos sacó de la tierra de Egipto para conducirnos a la Tierra Prometida.[5] Y en mérito a este reconocimiento y agradecimiento le pedimos que nos bendiga y que mantenga Sus bondades por siempre…[6]

 

En base a esto podemos señalar que el fundamento de los Bicurim es despertar al hombre para que manifieste gratitud por los favores que recibe del Creador.[7] Y es que el hombre, apenas comienza a ver un poco de prosperidad en su vida, se confunde y piensa que lo consiguió debido a su esfuerzo y su astucia: si lo trasladamos al ejemplo del campesino, él piensa que preparó la tierra, sembró, cosechó, hizo todos los trabajos necesarios para obtener los frutos… ¿Quién le dio la habilidad para saber preparar el campo? ¿Quién le dio la sabiduría para encontrar el lugar donde tirar la semilla? ¿Quién le proporcionó el agua para regar y conservar su campo? Y así podríamos traer una lista sin fin de cosas que sin ellas hubiera sido imposible obtener esos frutos. Por lo tanto, cuando lleva sus primicias y las presenta delante del Creador, le dice: “heme aquí, he traído los primeros frutos de la tierra que Tú me diste”, con estas palabras anula todo pensamiento ególatra, atribuyendo sólo a Hashem el resultado de su trabajo.[8] Si esto es con respecto al campo, cuanto más y más debemos reconocer y agradecer por cada movimiento que hacemos, por cada suspiro o respiración, todo es gracias al favor de Su Voluntad. Él es el Rey y lo gobierna todo…

 

Mostramos tanto júbilo a la hora de traer las primicias, porque estamos reconociendo que todo lo que poseemos no es más que un regalo proveniente de la Misericordia Divina. Además, al pronunciar la confesión con la boca, despierta la razón y el sentimiento de que lo único que está en manos del hombre es la voluntad de hacer las cosas y por lo tanto, cada vez que vayamos a cumplir un precepto, debemos expresar nuestra voluntad y el espíritu ferviente por cumplirla, lo hacemos como agradecimiento por todo el bien que se nos brinda.[9]

 

En la ciudad de Chicago había una pareja que ansiaban tener un bebé, llevaban varios años de casados y el preciado regalo no llegaba, muchas lágrimas y plegarias fueron invertidas, hasta que un día las innumerables Tefilot fueron escuchadas y la mujer quedó encinta. El bebé nació cinco semanas antes de su fecha programada, pesaba poco más de un kilo y tuvo que ser internado en la sala de cuidados especiales. Las oraciones se renovaron, no había en la cuidad quien no rezara para la salvación de la criatura.

 

Por casi dos meses él bebe estuvo en la unidad de neonatología bajo el cuidado de los más prestigiosos doctores y fieles enfermeras de la ciudad. Las plegarias no cesaron hasta que él bebé pudo salir de la incubadora y los padres pudieron llevarlo a su hogar. La alegría y la gratitud a Hashem agobiaban a sus progenitores. Pero los padres no dejaban de reconocer la intensa e invaluable labor que había realizado el cuerpo médico y el personal de enfermería, trabajaron día y noche para ayudar a preservar la salud del recién nacido. Sentían tanta gratitud hacia ellos que quisieron expresar su apreciación de manera muy especial. Fueron y buscaron  por todas las tiendas y librerías, pero no pudieron encontrar un obsequio apropiado.

 

Después de unos días, el flamante padre llevó al bebé a casa de su Rosh Yeshiva, el Rab Eliahu Svei, decano de la Yeshivá de Filadelfia. Le contó que no sabía cómo corresponder a los favores recibidos. "Las enfermeras no quieren perfumes, y los doctores tampoco necesitan regalos especiales", le dijo el Rab Svei: "Lo que ellos quieren ver es el crecimiento y la salud de tu hijo a través del tiempo. Te recomiendo que cada año, en el día de su cumpleaños, lleves al niño al hospital para que el personal tenga la alegría de ver su sano crecimiento. Ese será el obsequio más significativo que les puedes ofrecer".[10]

 

Hashem no necesita las canastas, ni los toros, ni las frutas, sino que ordena que subamos al Bet HaMikdash y nos presentemos delante de Él, contentos y agradecidos por todos los bienes recibidos. Nos quedan pocos días del mes de Elul, el mes de la misericordia y las súplicas, la mayoría del Am Israel se ocupa de recitar Selijot y acumular la mayor cantidad de Mitzvot para poder salir airosos del temible juicio que tendremos que afrontar el día de Rosh HaShaná. Hashem con Su piedad nos entregó un precioso tesoro llamado Teshubá, estos días son especiales para que podamos concretar en la práctica el retorno hacia a nuestras raíces, mismas que se encuentran debajo del Trono Celestial, quien lo logra, alcanza la dicha y la felicidad en este mundo y en el venidero.

 

Debemos manifestar nuestra gratitud por esta y todas las demás bondades que, constantemente, el Eterno hace para con nosotros y nuestras familias. Apeguémonos a Él, hagámoslo por amor, solamente con el sentimiento profundo de pasión y devoción hacía Él y a sus ordenanzas, es como logramos elevarnos y cumplir cabalmente con la meta que se nos asignó en la vida. ¡Ahora es el mejor momento! ¡Qué no se te vaya de las manos…!.©Musarito semanal

 

“Somos lo que hacemos; pero somos, principalmente, lo que hacemos para cambiar lo que somos”.

 

 

 

 

 

 

 

[1] Trigo, cebada, uvas, higos, granadas, aceitunas y dátiles.

 

[2] Bicurim 3:2

 

[3] Debarim 26:3

 

[4] Bereshit 30:27

 

[5] Séfer HaJinuj, Mitzvá 606

 

[6] Meorá Shel Torá, Perashat Ki Tabó

 

[7] Otzarot HaTorá, Perashat Ki Tabó

 

[8] Darké Musar

 

[9] Sanedrín 106b

 

[10] Extraído de Maor HaShabat

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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