Perek 3, Mishná 8

 

 

Rabí Dostai bar Yanai dijo, en nombre de Rabí Meir: Quien olvida tan siquiera una sola cosa de su estudio de Torá, es considerado por la Escritura como si mereciera la muerte, pues fue dicho: “Solo cuídate y guarda con ahínco tu alma, no sea que te olvides de los hechos que han visto tus ojos”. Podría suponerse que ello se aplica incluso si su estudio resultó ser demasiado arduo. Por lo tanto, declara la Escritura: “Y no sea que se aparten de tu corazón todos los días de tu vida”. Vemos que no merece la muerte sino hasta que deliberadamente las aparte de su corazón.

 

Rabí Dostai bar Yanai fue un Taná de la quinta generación. Algunos dictámenes de las Mishnayot llevan su nombre.[1] Era conocido principalmente como un maestro diestro en temas de Musar. Era hijo del Taná Rabí Yanai. Fue discípulo de Rabí Meir y también de Rabí Yosí, ambos fueron alumnos de Rabí Akivá. En su juventud recibió instrucción de Rabí Eliezer.[2] Sus contemporáneos fueron Rabí Yehudá Hanasí, Rabí Ají (el hijo del Taná Rabí Yeshayá) y Rabí Yosí ben Kapar, salieron juntos de Éretz Israel y se fueron juntos a Babel.[3] Poseía un fino sentido del humor, a menudo respondía a las preguntas de sus alumnos con respuestas ingeniosas.[4]

 

Quien olvida tan siquiera una sola cosa de su estudio de Torá, es considerado por la Escritura como si mereciera la muerte. Se entiende del versículo, que la preservación del alma depende de no olvidar el estudio de la Torá. ¿Por qué es considerado tan grave?

 

Responde el Rab de Brisk: debemos considerar, que la Torá tiene dos partes, la parte escrita que es la Torá que tenemos guardada en el Hejal, y la parte oral, que es la compilación de todas las explicaciones de la Torá escrita. La Torá Oral la bajó Moshé del Monte Sinaí y la transmitió al pueblo,[5] a eso se refiere la Mishná cuando dice: Solo cuídate y guarda con ahínco tu alma, no sea que te olvides de los hechos que han visto tus ojos [en el Monte Sinaí]. Moshé exhortó al pueblo a recordar y cuidar, no solamente los Mandamientos, sino también las enseñanzas y explicaciones detalladas que recibió del Todopoderoso mientras se encontraba recibiendo la Torá escrita. Por ejemplo: La Mitzvá del Tefilín, que debe ser de piel, cuadrado, de color negro, y debe de contener unos pergaminos y unas correas. También explicó en donde se deben colocar, la Torá dice que los debe colocar “entre tus ojos”, Moshé recibió que se coloca en la cabeza, arriba de la línea donde brota el cabello, directamente por encima del espacio que hay entre los ojos…[6] cada Mitzvá está compuesta de varios detalles que fueron impartidos por Moshé a los ancianos y estos al pueblo.[7]

 

Esta enseñanza se fue pasando de generación en generación, transmitiéndola de boca en boca, pues estaba prohibido escribirla. En la época posterior a la destrucción del Bet HaMikdash, Rabénu Hakadósh vio que la nación había sido perseguida y desterrada, habían asesinado cruelmente a los líderes, aquellos responsables de transmitir el legado de Moshé, varios se tuvieron que ocultar, pues estaba prohibido estudiar e impartir Torá.

 

¿Cuántos Jajamim se perdieron en el exilio de Babilonia? ¿Cuántos Jajamim fueron torturados durante el tiempo de la inquisición? ¿Cuántos fueron asesinados en la Shoá? Si la Torá hubiese seguido transmitiéndose de memoria, ¿cuánto de ella nos quedaría? Rebi, quien era el entonces presidente del Sanhedrín, se dio cuenta que si se continuaba transmitiendo la Torá solamente de memoria, corría el grave peligro de olvidarse, decidió que se debía escribir en una forma muy resumida todos los puntos esenciales para que no se olvidaran las enseñanzas que hasta entonces se habían transmitido de boca en boca. Fue entonces que se escribieron los seis tratados de la Mishná, y todas las interpretaciones y comentarios continuaron transmitiéndose de memoria. Pasaron varios años, y los Jajamim del tiempo del Talmud, se dieron cuenta que si no escribían los comentarios a la Mishná, corrían el riesgo de perderse y entonces se tomó la decisión de escribirlos, estas son las Guemarot que tenemos hoy, y esto es la Torá Oral que se ha conservado hasta nuestros días.

 

Concluyó el Rab de Brisk que la advertencia que hizo Rabí Dostai, trata antes de que las Mishnayot se escribieran. ¿Qué hubiese sucedido si alguno de los conceptos hasta entonces no escritos, por negligencia o por no repasar, hubiese sido olvidado…? ¡Este hombre habría causado un daño inconmensurable, un perjuicio que afectaría a todas las generaciones por venir, esa información se habría perdido de la memoria del Am Israel! ¿Te imaginas querido lector, el tamaño del delito que cargaría sobre sus hombros! Está escrito que si a un Séfer Torá, en un Tefilín o en una Mezuzá le falta o está mal escrita una sola letra, estos quedan invalidados,[8]  ¡Qué podemos decir si una sola de las Halajot de Moshé quedara en el olvido!  A esto se refiere la Mishná: aquel que olvida tan siquiera una sola cosa de su estudio de Torá, es considerado por la Escritura como si mereciera la muerte, pues estaría borrando una de las ordenanzas del Creador, no solamente para él, sino también para todas las generaciones posteriores a él….

 

Para nuestra buena fortuna, hoy, la sentencia de Rabí Dostai no es tan severa para aquel que olvida algo de lo que estudió, pues tenemos a nuestra disposición una gran cantidad de libros impresos, donde uno puede consultar y refrescar lo estudiado, esto gracias a todos los autores que han entregado su valioso tiempo para investigar, descifrar, interpretar, explicar y escribir, tantos títulos con material tan valioso. Esto no significa que estamos exentos de estudiar y repasar lo que hemos estudiado, al contrario, el compromiso es mayor pues tenemos un muy fácil acceso a la información que en el pasado era muy complicado de conseguir.

 

Todos estamos obligados a esforzarnos en el estudio de la Torá y repasar lo que estudiamos,[9] para que esas palabras queden grabadas en nuestro corazón y no las olvidemos.[10] Tratemos de imaginar a un hombre que olvida por doquier la llave de su caja de seguridad, su chequera o su tarjeta de crédito y sin preocuparse que alguien se la vaya a llevar... Obviamente que la persona cuida las cosas valiosas y revisa una y otra vez que se encuentren a resguardo en un lugar adecuado. Así como esto nos resulta tan obvio en lo relativo a cosas materiales, así también se deben considerar las palabras de la Torá, porque está prohibido descuidar lo aprendido, y es necesario preocuparse por cuidar y renovar lo adquirido. Como dijeron los Sabios: el que estudia y no repasa lo estudiado, es como si sembrara y no cosechara.[11]  ©Musarito semanal.    by Elias E. Askenazi

 

 

“Lo que lleva mucho tiempo en aprenderse, lleva mucho tiempo en olvidarse”.

 

 

 

 

 

 

 

[1] Erubín 58a, Midrash Rabbá Vayikrá 17:1.

 

[2] Ver Tosefta Shabat 15:14; Taharot 5:5.

 

[3] Guitín 14b.

 

[4] Ver Nidá 31b, Pesajim 8b.

 

[5] Ver Mishná 1:1.

 

[6] Ver Shemot 13:16 y Debarim 6:8.

 

[7] Debarim 4:9.

 

[8] Menajot 3:7.

 

[9] Ver comentario del Perek 1, Mishná 13.

 

[10] Rabí Meir Baal HaNés.

 

[11] Tosefta Ohalot 16:4.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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