Perek 3, Mishná 4, continuación…

 

 

Rabbí Janiná ben Janijay dijo: Quien vela en la noche, quien anda solitario por un camino, y quien libra su corazón al ocio, se está condenando a sí mismo.

 

El Midrash Shemuel interpreta esta Mishná en forma metafórica, y dice así: Rabbí Janiná ben Janijay está hablando en tres situaciones que suelen suceder durante la vida del hombre, en las cuales compromete a su alma. La primera es, cuando el Taná dice: quien vela en la noche, no se refiere al que se quedó despierto, sino a uno que repentinamente se despertó en la noche. Quiere decir, con el paso del tiempo, el hombre puede llegar a comportarse con frivolidad en lo que respecta a su relación con el Todopoderoso; cumple las Mitzvot en forma monótona, como si estuviese “adormilado”, no cumple las Mitzvot con determinación y con firmeza, por ejemplo: cuando reza sin la misma concentración que cuando tenía una necesidad imperiosa. O cuando homenajea al Shabbat sin emoción y alegría; suele suceder que la persona puede caer en la rutina y la costumbre, perdiendo la conciencia del Padre Piadoso, que está siempre a su lado en cada instante y en cada situación. Los milagros que el Todopoderoso hace con ellos, se les hacen tan comunes, que les parece normal y natural que Él les provea de todo lo necesario. A sus ojos, todo lo que reciben es por los derechos adquiridos. Despiertan en la mañana y no sienten el deber y la necesidad de agradecerle al Creador por haberles devuelto el alma, para ellos es natural despertar, abrir los ojos y levantarse y caminar para ir a trabajar cada día. El Instinto Maligno que acecha permanentemente a la persona, provoca que algunos se aflojen y desistan de esforzarse en el Servicio Divino, pero por otro lado, los entusiasma y los alienta a dedicar fuerzas y energía para todas las cosas mundanas. Le llega alguna situación incontrolable, y de repente “despierta”, y retorna a cumplir con sus obligaciones con fuerza y brío, no es la mejor situación, pero al final, está retornando a la buena senda. Pero, ¿qué sucede cuando este despertar llega durante la vejez, cuando ya no tiene la fuerza para retomar lo anterior? este es al que Rabbí Janiná ben Janijay se refiere cuando dice: aquel que se despertó en la noche… Cuando ya se le acabó la fuerza, Cuando tal vez ya “llegó la noche” y va a ser demasiado tarde… este hombre estará comprometiendo su alma.

 

El segundo hombre al que se refiere la Mishná, es aquel que camina solitario por un camino. Una persona que está transitando por el sendero de la Torá y de las Mitzvot, de repente se da cuenta que está solo, que sus amigos, su esposa, sus hermanos, no están con él, no lo están siguiendo, y el piensa: “Cada quien que vaya por su camino, bastante trabajo me cuesta estar bien, los demás que se las arreglen como puedan…”, este hombre se está condenando a sí mismo.

 

Rabbí Janiná ben Janijay te aconseja: ¡Nunca camines solo! Quiere decir: no te apartes de la gente. Aunque en el judaísmo la individualidad es loable, porque cada uno es diferente, especial e irremplazable. Sin embargo, la primera vez que las palabras: “no es bueno” que aparecen en la Torá, es en la frase: no es bueno que el hombre esté solo.[1] El versículo nos quiere enseñar que los lazos que nos unen nos comprometen como un solo ente, y en consecuencia vivimos en un marco de responsabilidad compartida, tanto para el bien común, como por los actos pecaminosos de cada uno de los miembros.

 

Sucedió en la época de los Macabeos. Antes del milagro de Janucá, Israel estaba dominada por los griegos. Había una mujer proveniente de una de las familias de Cohanim, llamada Miriam Bat Bilgá; se fue desviando del camino hasta que terminó helenizándose, se unió a los griegos, renegando del Eterno y de Su Torá. En una oportunidad ingresó al Templo, subió al Altar y con absoluto descaro formuló frases profanas: “¡Tú actúas como un lobo, te gusta comer ovejitas, pero cuando te necesitamos, desapareces!”, terminó diciendo mientras aplicaba un puntapié al Altar. Esta mujer se había casado con un Gentil y luego del milagro de la liberación de Yerushalayim, el Tribunal imputó varias sanciones, no solamente a ella, sino a toda la familia Bilgá.[2]

 

Preguntan los Sabios del Talmud: ¿Cómo es posible que la hija de un Cohén llegara a comportarse de manera tan baja? ¡De la hija de un Cohén uno espera el mayor respeto hacia la santidad! Además, solamente ella fue quien incurrió en la grave falta, ¿Por qué se castigó a todos los miembros de la familia? Abayé responde la incógnita y nos deja una muy valiosa enseñanza; dijo así: Pobre del malvado y pobre de su vecino. Bienaventurado el Justo y bienaventurado su vecino. Esta mujer, a pesar de ser la hija de un Cohén no recibió una educación judía pura y adecuada. Si ella tomó tal conducta, lo aprendió de la educación que le brindaron sus padres, el hecho de que fuera hija de un Cohen, no garantizaba la más pura y alta educación. Ella se separó de su familia, de su comunidad, el que no acepta reproche ni consejo: aquel que camina solitario por un camino, se está condenando a sí mismo…

 

La tercera situación de la que nos advierte el Taná que la persona debe evitar, es de ser de las personas que ocupan su corazón en el ocio. Desperdiciar nuestras vidas y especialmente nuestros años de juventud, en cosas y cuestiones banales, mundanas e intrascendentes, comprometen nuestras almas, semejantes pensamientos perturban la tranquilidad mental y la paz espiritual. Debemos disciplinar a nuestras mentes a tener la mirada puesta a lo lejos, lo cual significa mirar adelante y pensar en las cosas que realmente trascienden en la vida. Dichoso quien dedicó sus fuerzas para la Torá, ha crecido con buen nombre y fallece con buen nombre.[3]

 

Querido lector, cerramos el estudio de esta Mishná con una reflexión: No te apartes de la sociedad donde vives (siempre que se guíen bajo los lineamientos que dicta la Torá). No malgastes tu tiempo. Procura estar ocupado siempre, realizando algo útil y bueno. El Tiempo es vida, por favor, no lo malgastes. Sé atento a tus responsabilidades y obligaciones para no caer en la haraganería. La ociosidad cansa más que el trabajo.[4] El único descanso que realmente se disfruta es el que le sigue al trabajo, al esfuerzo, a la dedicación a las actividades trascendentales.[5] Entrénate a decidirte a seguir por un camino y una vez tomada la resolución no vaciles, sino llévala a cabo sin demora. Si tienes dificultad en tomar una determinación, pide consejo, pero no permanezcas en un estado mental confuso. Quien logre alcanzar y cumplir su verdadero objetivo en este mundo, puede sentirse feliz y dichoso, ya que para eso vino. ©Musarito semanal.  Elias E. Askenazi

 

 

“Todos los placeres del mundo son como la nada comparados con el intenso placer de la unión personal con el Creador”.[6]

 

 

 

 

 

 

 

[1] Bereshit 2:18.

 

[2] Sucá 56b.

 

[3] Berajot 17.

 

[4] Tzavaat Gueoné Israel.

 

[5] Rabí Saadia Gaón.

 

[6] Jazón Ish.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

© 2014. Musarito Semanal. Todos los derechos reservados.