Perek 3, Mishná 12

 

 

Rabí Ishmael dijo: Se dócil con el superior, sereno con la juventud y recibe a todo hombre con alegría.

 

En esta Mishná, Rabí Ishmael analiza cómo debe actuarse con personas de diferentes estratos sociales. Probablemente su sentencia esté relacionada con un suceso que le tocó vivenciar. En sus días, el Nasí del Sanhedrín era Rabán Gamliel, un hombre ilustre y autoritario. Sus lineamientos respecto a sus discípulos eran bastante altos. El Talmud relata que había puesto a un guarda en la puerta para que verificara, en todos los estudiantes que desearan ingresar al plantel; si su interior (personalidad) no era acorde con su exterior, se les negaba el ingreso a la Casa de Estudio. Muchos tenían que estudiar afuera. Finalmente fue destituido y en su lugar eligieron para remplazarlo a Rabí Elazar Ben Azariá, quien era un joven erudito. Él poseía un carácter más democrático e invitó a todos a asistir a la escuela y a participar en sus estudios.[1] Si se toman en cuenta las severas diferencias entre los puntos de vista de estas dos luminarias, el consejo de Rabí Ishmael debería ser interpretado de la siguiente manera: Sé sumiso ante un superior (Rabán Gamliel), pero sé afable (no te sientas abrumado y sé paciente con el joven Rabí Elazar Ben Azariá, el de negros cabellos…).

 

Los exégetas ofrecen tres explicaciones sobre esta Mishná. Unos opinan que Rabí Ishmael está hablando de la conducta entre el hombre y el Todopoderoso. Otros interpretan que está tratando sobre la conducta entre un hombre y su prójimo. Otros entienden que el Taná está tratando sobre la conducta que el hombre debe tener hacia quienes se encuentran frente a alguien que tiene un cargo superior o alguien inferior al de él, y recibe (o acoge) a todo hombre, grande o joven, con alegría.

 

La primera interpretación es un consejo que te ofrece Rabí Ishmael: debes ser ligero y ágil; cuando te encuentras al principio de tu vida, cuando tienes juventud, eres diligente, posees energía, emoción, ímpetu y fuerza para hacer cualquier cosa que tu voluntad desee; entonces, sé dócil con el superior quiere decir que, en el principio de tu vida, sé obediente para hacer la voluntad de tu Creador (la palabra Rosh denota tanto superior como principio). Pero cuando seas viejo, cuando ya se oscureció tu rostro debido a la vejez (la palabra Tishjoret denota tanto juventud como oscurecimiento), y ya no poseas la misma energía y fuerza, también deberás seguir sirviendo al Señor, aunque en esa etapa lo realices con serenidad, pero con la experiencia que la vida te haya dejado. El Jidá explica que, cuando la persona tiene un comportamiento diligente en su juventud, en su vejez le será (Noaj), se le hará cómodo y práctico servir al Creador.[2]

 

 La segunda explicación trata sobre cómo debe ser la relación entre las personas, tanto con la gente que se encuentra arriba de él como también con las personas que se encuentran debajo de él. El Rambam lo interpreta así: Tienes que ser ligero ante tu superior, alguien que se encuentra frente a un gran hombre viejo. Por ejemplo, un Rosh Yeshibá, el Rabino de una comunidad o de un Bet Hakneset, quien dirige o preside a tu colectividad, un moré, un anciano, etc.; tendrás que ser Kal, “liviano”. “Sé ligero y ágil de mente” quiere decir: “Reacciona ante cualquier situación que se presente mostrando el debido respeto; deja que él se haga cargo de la conducción sin que le pongas trabas, porque el Creador asignó a él esa tarea; ponte a su servicio si lo requiere y no busques honra para ti de él”.

 

Pero si estás tratando con un hombre joven y de cabellos todavía oscuros (Tishjoret), no necesitas rebajarte tanto, sino permanecer en su presencia con tranquilidad y sosiego; sé (Noaj) paciente y complaciente. Toma en cuenta que, probablemente, no ha adquirido la experiencia necesaria. Y tampoco te dejes impresionar en demasía por las ideas frescas y brillantes de cualquier joven, porque debido a su corta edad, podría haber cierta carencia de conocimiento, pues la sabiduría sólo viene con la madurez y la experiencia. Escucha y analiza sus pensamientos antes de decidir aceptar sus ideas. Y recomienda el Rambam: “No seas bromista y no seas jocoso con él, porque en ese momento rebajarás tu importancia ante él”.

 

Este es un punto sustancial en la relación de maestro y alumno; por un lado, es importante que el educador mantenga abierto el canal de comunicación y su trato sea agradable para sus alumnos, pero debe saber conservar la delgada línea que separa la jerarquía que debe mantener ante ellos. Porque ellos necesitan tener un guía, alguien quien los aconseje y dirija, no un amigo más de su nivel en el aula o en la escuela, sino alguien a quien vean más grande, más sabio y con cierta autoridad, porque si pierde estos atributos, cuando pretenda impartir sus lecciones no le prestarán la debida atención, o no aceptarán sus opiniones, pues habrá perdido la posición que se requiere para conseguir sembrar en sus corazones sus enseñanzas.

 

Lo mismo se aplica con los padres de familia. Hay progenitores que dicen: “Yo voy a ser amigo de mis hijos”; esta frase suena muy bien, pero en la práctica no funciona, porque los niños tienen a sus amigos y también tienen a sus padres, y cada uno tiene una función distinta. No estamos diciendo que los padres no jueguen ni convivan con sus hijos; lo que queremos resaltar es que no debe uno ponerse a su nivel. Ellos deben entender cuál es su lugar y cuál es el de los padres; sí, juega con ellos, platica con ellos, pasea con ellos, pero sin perder tu función, por el bien de ellos, pues necesitan una figura paterna a la cual honrar y respetar. Si ellos entienden que la educación viene de arriba hacia abajo y no de un lado hacia el otro, darán más importancia y validez a tus enseñanzas.

 

Pero lo más importante es que ellos lo vean con el ejemplo: Y aquí es donde entra la tercera interpretación: cuando tus hijos ven que das el debido respeto a las personas que tienen un rango mayor que el tuyo (por ejemplo, si fuiste llamado por el gobierno para que prestes algún servicio obligatorio), no deberás resistirte, a menos que contradiga algún estatuto de la Torá. También se aplica para el pago de erogaciones hacia el Estado. Cuando muestras un comportamiento obediente a las leyes de tu país y a sus gobernantes, o cuando eres requerido, o cuando ofreces voluntariamente un servicio social a tu comunidad, y tus hijos observan que haces valer tu respeto cuando corresponde, y recibes y tratas a toda persona con un rostro agradable, verás que ellos harán lo mismo y este mundo será un lugar mejor y no el que vemos hoy, en donde los maestros se subordinan hacia los alumnos, que los jóvenes dictan a los adultos lo que deben hacer, donde la fuerza de la autoridad ha perdido validez y en las calles se cometen todo tipo de abusos contra los derechos de los demás.[3] © Musarito semanal.    by Elias E. Askenazi

 

 

“Rectitud recta perseguirás…”.[4]

 

 

 

 

 

 

 

[1] Berajot 28a.

 

[2] Ver el comentario de Bartenura.

 

[3] Midrash Tanjuma.

 

[4] Vayikrá 16:20.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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