Perek 2, Mishná 14

 

 

Rabbí Shimón dijo: Se cuidadoso con la recitación del Shemá y de la oración de la Amidá. Y cuando reces, no hagas de tu rezo una rutina, sino pide misericordia, y suplica frente al Omnipresente, Bendito es, pues fue dicho: Pues Él es pródigo y misericordioso, paciente y de abundante bondad y desiste de hacer el mal.[1] Y no seas malvado frente a ti mismo.

 

Rabbí Shimón eligió dos Mitzvot para enfatizar lo cuidadoso que debe ser un Yehudí para servir al Creador: La recitación del Shemá Israel,[2] y la Amidá (Shemoné Esré), ¿Por qué eligió estas dos Mitzvot?

 

Cada día, en la mañana, cuando salimos de nuestras casas, ponemos la mano en la Mezuzá y recitamos el Shemá Israel.[3] Lo recitamos dos veces en la plegaria matutina, también en la vespertina, en el “Keriat Shemá Al Hamitá”, en la ceremonia de un Berit Milá, en las Selijot, en Rosh Hashaná, en la oración de Neilá de Yom Hakipurim. Es el versículo más conocido, es aquel que dice toda madre judía junto a su hijo, colocándole la mano sobre los ojos, ayudando así al vástago a crecer fuerte en santidad y pureza del alma, dejando profundamente grabado en su corazón y en su ser, que el Eterno es Uno y es Único. Toda la vida del Yehudí está rodeada por el Shemá Israel, es una fuente de fe, es un versículo eterno. Lo pronunció Yaacov Avinu frente a sus hijos, antes de partir hacia el Olam Habá.[4] Es el versículo que está en boca de todo Yehudi en su vida y en su último soplo de existencia.

 

 Cuando Israel salía a la guerra, el Cohén asignado para acompañar a los soldados decía: Shemá Israel, ustedes se acercan a la guerra con sus enemigos. Los Sabios del Talmud preguntan: ¿Por qué el Cohén abría su declamación con este versículo? Dijo Rabbí Shimón Bar Yojai: así le dijo el Eterno a Israel: “Aunque de todos los preceptos, solamente hayan cumplido recitar el Shemá Israel en la mañana y en la noche, alcanza para que no caigan en manos de sus enemigos. Porque por medio de su recitación, están proclamando que ustedes pertenecen al Dueño del Mundo, que Él lo puede “todo”, el Señor de las guerras, que es el que puede traer la Salvación…[5]

 

Es por este motivo, que los devotos, los cuales tenían gran estima por las Mitzvot, se apresuraban para completar el recitado del Shemá Israel, e inmediatamente después decían el Shemoné Esré con la salida del sol, de esta forma, vinculaban la bendición de redención Gaál Israel, que sigue después del Shemá a la plegaria.[6] La recitación diaria del Shemá Israel es una obligación Bíblica, mientras que la obligación de orar diariamente tres veces al día es un decreto Rabínico (hay otros que opinan que también es una Mitzvá imperativa de la Torá). No obstante, se ha practicado extensivamente y asumido como una obligación para todos. La recitación del Shemá y de las plegarias en su hora es muy valioso, porque expresa el amor y devoción del Yehudí al cumplir con los mandamientos de su Creador. Los Sabios del Talmud alaban esta costumbre (Vatikín) y dicen al respecto, que todo aquel que cumpla esta forma, ningún daño le sobrevendrá en todo el día. Probablemente este sea el motivo por el cual, Rabbí Shimón eligió estas dos Mitzvot para dar su enseñanza.

 

La guerra de las Malvinas estaba por concluir. las tropas inglesas recuperaban el poder militar en las islas, mientras el ejército argentino se batía en retirada. Un joven soldado de nacionalidad argentina esperaba agazapado detrás de una roca, solitario, mientras el viento helado cortaba su piel. Esperaba un milagro que le permitiera salir vivo de esa batalla ya perdida. De repente, escucha sus espaldas el ruido inconfundible de un arma cortando cartucho y a punto de disparar.

 

Se voltea, y ve que tiene frente a él un soldado inglés apuntándole. ¿Qué debe hacer? ¿Atacar? ¿Defenderse? sabía que los ingleses tenían la orden de tirar a matar sin vacilar. En esa fracción de segundo, le vino a su mente su familia; su gente, y toda la vida que creyó tenía por delante. Tiró su arma, levantó su cabeza, se tapó los ojos, y comenzó a pronunciar en voz alta: “¡Shemá Israel, Hashem Elokenu, Hashem Ejad…!” El soldado inglés se quedó perplejo. Bajó su arma y se acercó al joven. “¿Are you jew? El Joven asintió con la cabeza, pues aún sin conocer el idioma, se dio cuenta que el otro le estaba preguntando si era judío. Se confundieron en un abrazo fraternal, y mientras cada uno miraba el horizonte sobre el hombro del otro, resbalaban gruesas lágrimas sobre sus mejillas, ninguno de los dos entendió cómo, pero sabían que un milagro había sucedido allí. Luego, cada uno se fue por su lado.

 

El Shemá Israel salvó una vida. O dos. O más. El Shemá Israel siempre salvó a todo el Pueblo Judío…[7]

 

Es muy importante recitar el Shemá Israel en voz alta, mostrando devoción, además que esto ayuda a la concentración. Se deben pronunciar todas las letras, sin saltear siquiera una de ellas, Por lo tanto, no se debe leer con rapidez, sino con prudencia, haciendo una pequeña pausa entre palabra y palabra, como quien lee una carta enviada por el rey, la lee pausadamente, cada dictamen por separado, para lograr entender la misiva a la perfección.

 

También se debe tener precaución de no dejar pasar el horario de Keriat Shemá de la mañana, el cual concluye en la cuarta hora diaria.[8] En especial se debe de tener mucho cuidado en el invierno, donde el horario concluye muy temprano. Si el horario transcurrió y la persona no llegó a leerla antes del tiempo reglamentario, perdió una Mitzvá Imperativa de la Torá.[9] La lectura del Shemá de la noche, debe recitarse cuando ya seguro anocheció, quiere decir después de la salida de las estrellas. Cuando se rezan en el Bet Hakneset, Minjá y Arbit juntos y aún no salieron las estrellas, y todavía no llegó el horario del Keriat Shemá por la noche, se deberá repetir más tarde, cuando ya oscureció, para cumplir la Mitzvá adecuadamente. ©Musarito semanal.  Elias E. Askenazi

 

 

 

 

 

“Se considera que un hombre que se lava las manos, se pone Tefilín, dice Shemá Israel y reza, ha construido un altar y ofrecido un sacrificio. También se dice que ha aceptado con sinceridad el Yugo del Cielo.[10]

 

 

 

 

 

 

 

[1] Yoel 2:13.

 

[2] Debarim 6:4.

 

[3] Mishná Berurá 6,7 en nombre de Rabbí Yehudá Hajasid.

 

[4] Ver Rashí en Bereshit 49:1.

 

[5] Sotá; Pérek Mashuaj Miljamá.

 

[6] Ver Rashí en Berajot 9b.

 

[7] Extraído de Hamaor, tomo 2, pag. 473; Rabí David Zaed.

 

[8] Revisar los calendarios, pues este horario, varía en cada ciudad y época del año.

 

[9] Ben Ish Jay, Perashat Vaerá.

 

[10] Berajot 6a.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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