Alegría vs. tristeza

 

“Y viajaron de Mará y llegaron a Elim” (33:9).

 

 

En la Perashá de esta semana se mencionan los cuarenta y dos lugares donde acampó Am Israel en el desierto. ...no pudieron beber agua allí porque eran amargas... y se quejaron ante Moshé. Moshé clamó a Hashem y en respuesta a sus ruegos le mostró determinado árbol. Moshé arrancó una pequeña rama, la arrojó al agua y ésta se volvió potable.[1] Originalmente el agua de ese manantial era dulce. Hashem quiso poner a prueba a su pueblo y la transformó en amarga, y luego fue nuevamente endulzada con una rama que era también amarga.

 

¿Cuál es el mensaje que quiere transmitirnos la Torá al mencionar esto?

 

Esta porción de la Torá se lee generalmente antes de que comience el mes de Ab. Dice la Mishná: “Desde que llega Ab, se disminuye la alegría”.[2] Más adelante dice: “Desde que llega Adar, se aumenta la alegría”. En Purim estamos muy felices: hubo luz, alegría, júbilo y esplendor. Pero en Ab las cosas son distintas; debemos guardar tres semanas de luto, debido a que por causa de los pecados se destruyó el Bet HaMikdash, en especial el odio injustificado que sentían unos por otros. Lamentablemente, todo el tiempo en que no se reconstruya es una clara señal de que no hemos superado este terrible mal. Toda generación en la que no se construye el Bet HaMikdash en sus días, es como si en ella se hubiera destruido.

 

Encontramos que la Torá nos pide que en cierta época del año estemos alegres y en otras tristes. ¿Acaso podemos controlar sentimientos que son tan opuestos entre sí? Cuando a la persona le suceden cosas que le parecen buenas, se pone contenta, y cuando le sucede lo contrario se pone triste. Estos son actos instintivos… Rab Yerujam Levovitz dijo lo siguiente: “A pesar de que resulta muy difícil alcanzar el nivel en que se sienta una genuina alegría cuando se está sufriendo,[3] deberíamos por lo menos esforzarnos para aceptarlo, pues sabemos que habrá de servir como expiación por nuestros errores”.[4] En estas semanas estamos sufriendo por la falta de la influencia que irradiaba del Bet HaMikdash, por los acontecimientos que sucedieron en estas fechas a lo largo de la historia. Sin embargo, el sufrimiento no debe desviarnos de servir al Todopoderoso.

 

Es imprescindible que sepamos que la alegría nunca debe extinguirse por completo de nuestra vida; la alegría es una condición esencial para poder servir a Hashem. Estar alegres es una obligación: Y te alegrarás con todo lo bueno que Hashem te ha dado.[5] Llegamos a este mundo con una misión: practicar la voluntad de nuestro Creador en un estado de alegría. La tristeza implica una disposición negativa para conseguir nuestro objetivo.[6] Esfuérzate para desarrollar la habilidad de aceptar las situaciones difíciles de la vida, porque este es el atributo de los hombres sabios.[7]

 

La felicidad sólo puede adquirirse con esfuerzo y dedicación. Todo el secreto es que no la condicionemos a factores externos, que no se hallan bajo nuestro control, como la riqueza, el éxito o la fama. En ocasiones vemos personas que pensamos que son felices; las vemos sonriendo y haciendo alarde de su aparente felicidad. Algunas aparentan ser felices, pero les falta la felicidad interior.

 

Cierta vez, Rab Yosef Y. Horowitz, fundador de la Yeshibá de Novardok, caminaba con uno de los jóvenes estudiantes cuando vieron a una joven pareja que reía y parecía divertirse. Rab Horowitz, que era extremadamente observador, preguntó a su alumno: “¿Tú crees que esa gente es realmente feliz? Ellos padecen numerosos problemas”. El alumno preguntó: “¿Usted los conoce?”. “No”, respondió el Rab; “no los conozco personalmente, pero uno puede darse cuenta de que su ostentoso comportamiento feliz es una mera fachada. Ellos quieren engañar a los demás y aun a sí mismos. Cuando seas mayor entenderás lo que quiero decir”.[8]

 

Debemos buscar la alegría de forma que sólo dependa de nosotros mismos. Por eso debemos esforzarnos en encontrar la realización espiritual que conduce hacia el sentimiento de estar satisfechos con la situación en que nos encontramos ahora.[9] La felicidad es un derivado resultante de pensar y obrar de manera positiva. Toda persona que se imponga la obligación de ser feliz y se esfuerce en dominar este atributo podrá llegar a tener el control de sí misma. El Rey David escribió hermosos Salmos mientras atravesaba la más difícil de las situaciones:[10] Sirvan a Hashem con alegría; vengan a Él con regocijo.[11] Un yehudí que ama a su Creador utiliza el sufrimiento para elevarse espiritualmente.[12]

 

Cuando Rab Meír Shapira, Rosh Yeshibá de Lublín e iniciador del Daf HaYomí, estaba en su lecho de muerte, hizo llamar a sus alumnos para que se presentaran en su habitación y les pidió que danzaran y cantaran. Rab Shapira ya no podía hablar más, pero escribió dos palabras en hebreo. Los alumnos se acercaron para leer lo que pedía su Rab: “rak besimjá” (“solamente con alegría”). Mientras su alma se desprendía lentamente de su cuerpo, su rostro estaba radiante de regocijo y continuaba moviendo sus labios para susurrar: “Solamente con alegría… Solamente con alegría….”.[13]

 

La conclusión es la siguiente: Hashem dijo a Moshé que tomara una rama amarga para enseñarnos que, al principio, los verdaderos problemas tienen un sabor amargo. El placer llegará para los que hayan superado la amargura. ¿Cómo se logra esto? La actitud que señala la Torá es la de utilizar el sufrimiento como un recordatorio de la obligación de superarse. Nada de lo que pudiera hacer Hashem será negativo. Así como un medicamento que a pesar de su sabor amargo produce restablecimiento, los acontecimientos habrán de resultar provechosos aunque parezcan ser amargos. A veces los sufrimientos llegan como una prueba, a veces como un desafío. Estar triste en estas tres semanas es una mitzvá y poder cumplirla debe ser el principal motivo para tener regocijo dentro de nuestro corazón. Roguemos al Todopoderoso para que se conviertan en alegría completa al ver la reconstrucción del Bet HaMikdash en nuestros días. Amén. ©Musarito semanal

 

 

“Mi única alegría en la vida es hacer la voluntad de mi Creador.”[14]

 

 

 

 

 

[1] Shemot 15:23-25.

 

[2] Taanit 26b.

 

[3] Shabat 88b.

 

[4] Daat Jojmá UMusar, vol. 1, pág. 365.

 

[5] Debarim 26:11.

 

[6] Baal Shem Tob.

 

[7] Séfer HaMidot LeHameirí, pág. 88.

 

[8] Tenuat UMusar, vol. 4, pág. 349.

 

[9] Musar HaTorá, pág. 63.

 

[10] Dérej Tzadikim, pág. 19.

 

[11] Tehilim 100:2.

 

[12] Alé Shur, pág. 298.

 

[13] Las puertas de la Felicidad, pág. 331, Rab Zelig Pliskin.

 

[14] Jazón Ish.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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