PERASHAT NASÓ

 

 

“Cuando un hombre o una mujer se aparte pronunciando un voto de nazareo.” 6:2

 

 

Entre los temas que se mencionan en esta Perashá está “El Nazir”. Se trata de alguien que por propia voluntad hace votos de abstinencia para conseguir a través de ello una mayor elevación y cercanía a Hashem.[1] El Mizrají pregunta: Si el estado del Nazir se obtiene por medio de una promesa, ¿no sería lógico que fuera tratado en el capítulo 30 que es donde se dictan las leyes sobre los juramentos y no al lado del tópico de la mujer Sotá[2]? La Torá une estos temas para dejar un claro mensaje para todo aquel que ve una mujer que se corrompe; debe cuidarse del vino ya que el exceso de alcohol lleva a conductas libertinas y promiscuas.[3] Podríamos preguntar: si es que el alcohol provoca un estado de descontrol, se comprende por qué el Nazir debe limitar su consumo. Pero, ¿qué tiene que ver el dejarse crecer el cabello con el hecho de haber visto una mujer que deshonra a su marido?

 

Aquí encontramos un gran mensaje. Las cosas no suceden por casualidad y si ante nuestros ojos aparece alguna imagen indeseable, es señal que debemos revisar nuestra conducta; si fuimos partícipes de un evento de esta índole, es porque seguramente tenemos algo de eso almacenado en algún lugar de nuestra mente y eso se debe corregir con Teshubá. Si alguien vio a una mujer descarriada, es señal que debe recapacitar sobre sus actos y la mejor forma de corregir esto es abstenerse de las cosas innecesarias y superfluas, como lo es el corte del cabello, tal como nos enseñaron en el Talmud: Santifícate evitando los excesos.[4] Aprendemos de aquí dos cosas: La primera es que el Nezirut expía los pecados cometidos con la vista y la segunda que el Yehudí debe estar siempre alerta. Es mejor prevenir que curar, no debemos esperar a ver señales negativas para comenzar a actuar, conviene tomar precauciones y estar alerta antes de sucumbir ante este tipo de tentaciones  que son tan difíciles de controlar...

 

Santos serán, porque Santo soy Yo, el Eterno.[5] Para lograr una designación así, debemos apartarnos de las relaciones prohibidas, conductas impúdicas, promiscuidad. El camino más corto para llegar a caer en este tipo de pecado, es por medio de la visión; No existe un miembro en el cuerpo humano que provoque cometer tantos pecados como los ojos.[6] La mayoría de las personas que dan rienda suelta a sus deseos, son aquellos que no cuidan sus ojos. La mejor manera de mantener la pureza es usando la vista para estudiar Torá: los ojos son las ventanas del alma, una persona que mantiene su mente con pensamientos de Torá, mantiene su alma pura y estará cumpliendo cabalmente con: Sean santos.

 

Hoy son pocos los lugares que están limpios de la contaminación impura e indecente; esto ha provocado que la promiscuidad sea la moneda corriente con lo que se maneja en la sociedad moderna. Lamentablemente son pocos los que se sonrojan o avergüenzan ante las obscenidades que invaden todo lugar. Uno inconscientemente se va conduciendo o andando por la calle y frente a su vista se presentan imágenes impúdicas. La mente de inmediato comienza a procesar esas inmundicias que nos separan de la santidad y en un abrir y cerrar de ojos puede uno perder la integridad que con mucho esfuerzo adquirió, contaminando así su cuerpo y alma. Y no vayan tras (los deseos de) su corazón y de sus ojos…”.[7] Esta circunstancia está envenenando la lúcida y fresca mente de nuestros jóvenes… ¡Hasta dónde vamos a llegar! Si tan sólo supiéramos cuántas bendiciones y cuánta abundancia estamos perdiendo por la falta de santidad… Los Jajamim nos aseguran que si una persona a la cual se le presenta la oportunidad de ver algo pecaminoso y cierra sus ojos, puede pedir en ese momento al Creador del mundo cualquier cosa que necesite, ya que su petición será aceptada.[8] No podemos evitar el salir a la calle, pero lo que si podemos hacer es estar atentos para esquivar todos los posibles riesgos que pudiera haber en el trayecto (anuncios, puestos de revistas, etc.) y si esto lo obliga a rodear y buscar otros caminos, (si es que logra encontrarlo…) debe saber que todo esfuerzo que haga, será muy bien recompensado…

 

 Un Abrej que estudiaba en un Kolel en Ofakim tenía una hija gravemente enferma. Un día, los doctores le avisaron que la niña necesitaba un medicamento que solamente se podía conseguir en la ciudad de Tel Aviv, rápidamente subió a un autobús y fue a buscar el remedio. Cuando llegó a la estación donde debía bajar, se encontró con algo que verdaderamente era falto de recato. Se acordó de las palabras del “Shomré Emunim”  y cerró fuertemente sus ojos, trató de concentrarse en el tema que venía estudiando en el camión hasta que consiguió sobrepasar el tropiezo en paz. En ese mismo instante recordó que el motivo de su viaje era la grave enfermedad de su hija que en aquella época permanecía en un hospital en Beer Sheba, elevó sus ojos al Cielo y comenzó a implorar para que su hija se curara. Gruesas lágrimas corrían por sus mejillas y en ese momento sintió un gran acercamiento a Hashem. Continuó su camino a la farmacia en donde debía adquirir el antibiótico prescripto. Faltaban pocos minutos para llegar al lugar y sonó su teléfono celular. En la línea estaba su esposa que permanecía al lado de la cama de la niña. Con voz temblorosa trataba de articular palabras y no lo conseguía. Él se asustó y preguntó: ¿Qué sucede? La mujer tardó algunos segundos en responder, hasta que pudo abrir su boca y relatar lo que sucedía en el hospital: “No entiendo que pasó pero el estado de nuestra hija cambió repentinamente, los médicos están sorprendidos y no saben cuál fue la causa, me pidieron que te llamara para avisarte que ya no necesitaba el antibiótico…”.[9]

 

Imaginemos la alegría que sintió el hombre ese momento, recién había estado derramando lágrimas por la angustia que le provocaba la enfermedad de su pequeña hija. Los portones del Cielo se abrieron y el sufrimiento se transformó en alegría y regocijo…. Vemos la importancia de mantenernos puros, cuidando las cosas que miramos y lo que metemos a nuestras casas. Lo que el ojo ve, depende del sentimiento del corazón. Por esta razón dice la Torá: Y no vayan detrás de sus corazones y detrás de sus ojos.[10]

 

Los ojos son un instrumento de ayuda para la comprensión y el alcance de la sabiduría. La honrosa Torá es fiel para quitarnos la ceguera; para eliminar nuestra necedad y para iluminar nuestros ojos.[11] La Torá es un árbol de vida para quienes se aferran a ella y bienaventurados son quienes la apoyan.[12] Quién mantiene puros sus ojos, seguro que su mente está limpia, sus plegarias suben y llegan hasta el Trono Celestial. ©Musarito semanal

 

 

 

“Todo lo que el hombre ve deja huella en él.[13]

 

 

 

 

 

 

[1] Cuando un hombre o una mujer formula voto para consagrarse nazareno, no puede consumir vino ni alcohol… ni pasará navaja sobre su cabeza, hasta cumplirse los días en que se consagró a Hashem.

 

[2] Una mujer que, pese a las advetencias de su marido se recluye con otro hombre por un periodo de tiempo en el cual pudiera haber sido deshonrada. Si dos testigos la vieron, se prohibía a su marido hasta que pasara un examen que la Torá prescribe para demostrar su absolución o culpa.

 

[3] Rashí; Ver Shaaré Teshubá, parte 3:80

 

[4] Yebamot 20a

 

[5] Vayikrá 19:2

 

[6] Rabí Yejiel Harofé

 

[7] Bamidbar 15:39

 

[8] Rabí Aharón Roth, autor del libro “Shomer Emunim”

 

[9] Extraído de la revista Pájad David; Perashat Shelaj Lejá; Rab David Pinto

 

[10] Bemidbar 15:39; ver Abodá Zará 28b

 

[11] Jobot Halebabot

 

[12] Mishlé 3:18

 

[13] Rab Dob Ber

 

 

 

 

 

 

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