PERASHAT KORAJ

 

 

“Y se sublevó Koraj” 16:1

 

 

 

 

Rabí Elazar HaKapár dijo: ‘La envidia, la codicia y la búsqueda de honores, sacan a la persona del mundo’.[1] Esta enseñanza se encuentra insinuada en las últimas tres Perashiot: En la porción de Behaalotejá leímos acerca del reclamo del pueblo por falta de carne (la ambición); En Shelaj Lejá encontramos que los Nesiim hablaron mal de la Tierra de Israel con la intensión de no perder el liderazgo de sus respectivas tribus (búsqueda de honores); en la porción de esta semana leemos como (la envidia) provocó la muerte de doscientos cincuenta miembros prominentes de la congregación, además de otras otras catorce mil setecientas personas, debido a que Koraj, Datán, Aviram y On encabezaron una revuelta contra Moshé y Aharón. La rebelión estaba basada en el reclamo de que Koraj debía haber sido designado Nasí (dirigente) de la tribu de Leví. Datán y sus asociados reclamaban el derecho de liderazgo basado en su descendencia de Reubén, el hijo mayor de Yaacob. El envidioso nunca está satisfecho. Ni cuando lo que envidió es un hecho.[2]

 

 

 

Una de las razones que provocan que la persona odie a la gente y se disocie de una comunidad es imaginar que la gente no aprecia apropiadamente sus cualidades y no está dándole el respeto y honor que merece.[3]  Todo el que se conduce con modestia, Hashem lo eleva, y todo el que presume, Hashem lo humilla. Todo el que persigue honores, los honores se escapan de él. Y todo el que escapa de los honores, los honores lo perseguirán. Toda controversia que es en aras del Cielo perdura; y aquella que no lo es, de ella no queda nada. ¿Cuál es una discusión el aras al cielo? Las diferencias entre los alumnos de Shamai y los de Hilel.4 ¿Y cuál no lo es? La controversia entre Koraj y su gente.[5]

 

 

Debemos observar que cuando la Mishná habló de las discusiones sanas menciono a los dos partes por igual: Hilel y Shamai, en cambio con Koraj en lugar de decir: La pelea de Koraj contra Moshé y Aharón, dice: La pelea de Koraj y su gente (sin mencionar a Moshé). Esto indica que, además de la rebelión entre Koraj y sus aparentes aliados, cada uno tenía su propio interés creado y solo se unía a los otros para tener más fuerza en contra de Moshé es por esto que el versículo al que hacemos referencia reza: Y tomó Koraj, en singular y no dice y tomaron. Una actitud como esta no se puede llamar “en Aras del Cielo”,

 

en cambio lo de Shamai e Hilel, su intención era puramente descubrir la verdadera interpretación de lo que dicta nuestra Torá.[6] Tus actos te pueden acercar o distanciar.[7] Koraj tenía el potencial de acercar a la gente hacia Hashem, ya que era uno de los que llevaban la sagrada Arca con las Tablas de la Ley sobre sus hombros, pero su egoísmo y ambición lo llevaron a apartarse de la comunidad tomando partido por su cuenta, y con la misma moneda se le pagó; a él y a su gente los tragó la tierra, el Man dejo de caer en ese día, fallecieron hasta criaturas inocentes, y si de bienes materiales hablamos, el Midrash cuenta que junto a Koraj desaparecieron todos sus bienes, incluso una pequeña aguja se fue con él al fondo de la tierra, debiendo permanecer mucho tiempo en el Gehinam, hasta que llegó Jana y rezó por ellos.[8] ¡Cuán dañino es el pleito! ¿Qué podemos hacer para escapar del enojo?

 

 

 

Un león andaba por el bosque al acecho, se cruzó con un pobre animal y le pregunto: “¿Tengo buen aliento?” El asustado animal negó con la cabeza, el león pego un salto, y lo devoró. Siguió su camino, al encontrarse con otro habitante de la selva lo interrogó: “¿Qué aroma sale de mi boca?” Al ver lo que le paso a la primera víctima, respondió: “Un riquísimo aroma, como el del paraíso”. Grito el león: “¡Eres un Insolente!

 

¿Cómo te atreves a mentir delante del rey de todos los animales?” En el instante lo engullo. El león seguía hambriento. De pronto ve frente a él un zorro. Abrió el león su boca y pregunto: “¿Cuál es tu opinión, tu que aroma sientes?” Se arrodillo el inteligente zorro y dijo: “discúlpeme mi señor, tengo la nariz tapada hace tres días, no huelo nada...”.

 

 

Del mismo modo nos conviene a nosotros alejarnos de las peleas. Evitando “meter nuestras narices” donde el asunto no nos incumbe, debemos hacer como si estuviesen tapadas, sin opinar, y si estamos obligados a participar en una disputa, nunca perder el control, si nos enojamos nos estamos metiendo en los dientes del león.[9] El silencio durante el enojo es como agua para el fuego.[10]

 

 

 

Un general americano muy conocido, se identificaba siempre por la estrategia y por la garra que empleaba en las guerras. Pero, tenía un gran problema, o tal vez dos, dos cualidades no buenas lo invadieron: la soberbia y el enojo.

 

Un día, el general escuchó, que en una de las provincias de los Estados Unidos, se brindaría un concierto multitudinario, con la presencia de un director de orquesta de mucho renombre y la participación de decenas de instrumentistas “elegidos”. El general era amante de la música, y decidió viajar para ver el concierto.

 

 

 

Cuando llegó al aeropuerto, para subirse al avión que lo llevaría a la provincia donde se llevaría a cabo el espectáculo, le informan, que a pesar de su jerarquía y su alto rango, los funcionarios se sienten apenados al no poder ubicarlo en el avión, ya que todos los asientos estaban ocupados. No podría viajar en ese avión.

 

 

 

El enojo, uno de sus caracteres predominantes, lo puso furioso. ¿Qué?!!!, preguntó. Con todo el servicio que yo le brindo al país, durante tantos años, ¿ustedes pretenden decirme que yo, ahora, no podré volar?

 

 

 

Gritó más fuerte, y pidió recibir en su mano la lista de pasajeros. Tal cual como decían, no había lugar.

 

¿Qué hizo? Borró el nombre de uno de ellos y anotó el suyo en su lugar, informándoles a los funcionarios que él viajaría en lugar del hombre que borró… El general siempre llamaba la atención, una verdadera figura pública, y su popularidad hacía que los medios vayan

 

detrás de sus pasos. Los altos funcionarios del aeropuerto pensaron revelarle a la prensa lo que este hombre hizo para poder viajar, como manipuló la lista de los pasajeros y eliminó uno de ellos a su antojo, ocupando su lugar…

 

 

 

Después del viaje, que se prolongó durante varias horas, el general llegó al salón, y la decepción fue grandísima. Los organizadores anunciaron que el concierto se suspendió, porque el director de la orquesta

¡no pudo llegar!

 

 

 

Ellos informaron al entristecido público, que de acuerdo a los datos que pasaron por sus manos, el director se encontraba entre la lista de pasajeros, pero, debido a los pedidos del general “fulano” para subir al avión, los funcionarios del aeropuerto fueron obligados a borrar su nombre de entre los viajantes. El director anunció que no estaba dispuesto a viajar en el futuro, ya que fue impedido de realizar su trabajo con tranquilidad. Exigiría una indemnización por los daños y perjuicios que le provocaron…

 

 

 

No hace falta describir el sentimiento del general. También viajó varias horas, fue y volvió, y finalmente no hubo concierto. Todo a consecuencia del enojo…[11]©Musarito semanal

 

 

 

“La paz y los pleitos, las dos cosas brillan en el camino de la persona. La paz se compara a piedras preciosas: quien la encuentra, se enriquece. Los pleitos son vidrios rotos: quien los pisa, se lastima los pies”.[12]

 

 

 

 

 

 

 

1  Pirké Abot 4:21

 

2  Rabenu David Zaed 3 Midrash Shemuel

 

4  Erubín 13b

 

5  Pirké Abot 5:17

 

6  Yearot Debash

 

7  Eduiot 5,7

 

8  Rabbí Eliahu Hacohen de Izmir

 

9  Rabbí de Mezdicob: 10 Péle Yoetz

 

11  Traducido del libro Barji Nafshi.

 

12  Rab Moshé Mordejay Sassón

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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